Les pasa al vino, al whisky o al jamón. Los años los mejoran, le dan más sabor y potencian sus aromas y cualidades. Croacia ha pasado mucha hambre futbolística en estos 20 años, pero seguro que se alegra de no haber probado bocado a cambio de todo un banquete. Si el atracón hubiese llegado de inmediato, el placer hubiese sido infinitamente menor.
"Hambre que no espera hartura, no es hambre ninguna", dice el refrán. Los croatas no lo sabían en 1998, cuando cayeron en las semifinales del Mundial de Francia ante los anfitriones, pero el destino les iba a dar otra oportunidad de hacer historia en Rusia.
Esa oportunidad ha llegado y a buen seguro será un día más especial aún para los Suker, Bilic, Jarnic, Boban, Vlaovic o Prosinecki. Ellos hicieron soñar en grande a todo un pueblo que aún más cerca vio el premio gordo con el gol de Davor a Barthez nada más empezar el segundo tiempo.
Sin embargo, un doblete de Lillian Thuram (el primero un minuto después del 0-1) acabó con las esperanzas de los balcánicos en el único antecedente entre galos y croatas en un Mundial.
Después de aquella Copa del Mundo, Croacia ha vivido altibajos que le han llevado de quedarse fuera de torneos a las primeras de cambio, como en Brasil 2014, a sorprender a todo el planeta fútbol con una genial representación de una población de apenas 4,5 millones de habitantes.
Con diferencia con aquel año, los 'ajedrezados' ya saben lo que es tumbar a la anfitriona. Rusia hincó la rodilla en los penaltis y comenzó a sacar una espina que podría desintegrarse el próximo domingo en la gran final.
Por su parte, Francia acabó logrando su primera y única estrella hasta la fecha tras barrer a Brasil en la final (3-0). Los de Didier Deschamps deberán andarse con cuidado ante 11 grandes jugadores, un buen fondo de armario... y 20 años de larga y vengativa espera.