Seis meses antes, un brasileño llamado Denilson de Oliveira Aráujo fue más allá de la irónica mención del entrenador portugués, pues aceptó el desafío de ir, jugar y vencer en la Liga de Vietnam.
Con bombos y platillos, el Xi Mang Hai Phong anunció el 1 de junio de 2009 el fichaje de un habilidoso extremo zurdo que formó parte de la Selección Brasileña que perdió la final del Mundial de Francia 98 y de la que conquistó el jugado en 2002 en Corea del Sur y Japón.
A los directivos del Hai Phong no les importó que semanas antes el brasileño hubiera fallado en la prueba que le hizo el Bolton Wanderers inglés. Tras concretar el fichaje por seis meses, incrementaron hasta en un 30 por ciento el valor de las entradas en su estadio.
Unos 30.000 hinchas fueron a ver el debut el 6 de junio, pero Denilson no jugó por una lesión, lo que desató una batalla campal. Tres semanas duró la aventura asiática del hombre que entonces tenía 31 años y había despuntado en 1994 en las filas del Sao Paulo.
Los hinchas del Xi Mang Hai Phong por fin vieron jugar al brasileño una calurosa tarde de domingo. Su aparición no dio para descorchar el champán, aunque ilusionó con un gol de falta en los 45 minutos que jugó, todo lo que le aguantaron las frágiles piernas.
"Tomé antiinflamatorios durante todo el día, casi no podía correr", dijo de aquel debut, que también fue despedida.
A Brasil volvió con 12.000 euros en el bolsillo, según lo establecido en su contrato: 8.500 por el debut y 3.500 por gol anotado. Y si hubiera durado un mes, hubiera recibido 40.000 euros. Nada mal para la V-League que un día quiso ver Mourinho.
Vietnam no fue la única aventura de Denilson, aunque sí la más corta. El 2 de febrero de 2010 fichó por el Kavala griego en cuyas filas permaneció 18 meses con más pena que gloria.
Ya nada quedaba del hombre que fue uno de los grandes fichajes de la Liga Española gracias a que en la temporada 1998-99, el Real Betis pagó el precio más alto en el mundo por un jugador. Fueron 5.300 millones de pesetas, cerca de 32 millones de euros.
"Era un precio fuera de realidad para la época y visto con perspectiva fue un problema. Quería tirar el córner y marcarlo yo mismo. El fútbol brasileño es muy lento, yo podía regatear a cinco o seis jugadores. En España eso era imposible. Hacía falta soltar el balón antes. Tardé tiempo en comprenderlo", lamentó.
Atrás quedaron los días de gloria de un jugador que jugó 61 partidos en la Selección Brasileña, con la que se proclamó campeón de la Copa América de 1997 en Bolivia y en la que aportó tres goles.
Sin más fútbol pirotécnico que ofrecer, el nacido en Diadema, municipio situado a 17 kilómetros de Sao Paulo, descubrió que su experiencia internacional sumada al buen humor le tornaban en atracción en programas deportivos de radio y televisión.
Lo que comenzó con esporádicas invitaciones para analizar partidos en los últimos años se ha convertido en su rutina diaria de trabajo. Quién sabe si en un domingo de ocio José Mourinho lo verá a través de la televisión de pago.
"Está bien tener sentido del humor. También hay que ser serios y coherentes en el análisis", dijo recientemente el Denilson alegre que sigue dando autógrafos y que el 24 de agosto cumplirá 41 años.