Eran muchos menos los que creían en la remontada que los que se veían fuera de la Champions, pero los once hombres en los que confió Luis Enrique sí lo hicieron. Saltaron al campo con la ilusión de alcanzar los cuartos de final y, doblete de Ney y milagro de Sergi Roberto mediante, lo consiguieron.
Pero para recordar las sonrisas, hay que fijarse en las lágrimas. Dos goles de Di María, uno de Draxler y la sentencia de Cavani en la ida parecieron echar tierra sobre la tumba en la que el mismo Barcelona se metió en el Parque de los Príncipes. Los azulgrana firmaron el peor partido de la era Luis Enrique y revivieron la goleada en semifinales del Bayern de Múnich en 2013.
Un 4-0 irremontable para los mortales que ganó más peso tres semanas después. El PSG de Emery llegó a la Ciudad Condal con la cabeza alta pero desconfiante. Tanto fue así que los parisinos salieron a defender el resultado y sólo buscaron el gol cuando le comenzaron ver las orejas al lobo.
Los menos escépticos comenzaron creyendo desde muy temprano. En el minuto 3, Luis Suárez abrió el marcador con un cabezazo postrero en una jugada con mucho barullo. Con el horizonte a tres goles, el Barça comenzó a remar, pero el premio tardó en llegar.
Los ánimos fueron decayendo con el paso de los minutos, ya que el Barça no lograba perforar la portería de Trapp, pero a cinco minutos del descanso un autogol de Kurzawa sí que hacía creer al Camp Nou en la remontada. La grada apretó al máximo y el PSG terminó por venirse abajo.
Emery cambió sus instrucciones durante el banquillo e instó a sus jugadores a no echarse tan atrás y buscar el gol que les hiciera respirar tranquilos. Llegó el apuro para ellos con el tanto de un Messi que no estuvo como siempre, pero cumplió en su lanzamiento desde los once metros para materializar un penalti que, dicho sea de paso, fue bastante polémico. En el 50, el marcador ya mostraba un ilusionante 3-0.
Pero llegó Cavani. El uruguayo, máxima referencia en el ataque parisino, dejó agonizante al Barcelona a la hora de encuentro con un 3-1 que silenció a la grada. El Barça apretó, pero ya todo parecía perdido... hasta que llegó un Neymar que, curiosamente, ha pasado de ser verdugo a estrella del PSG.
El delantero brasileño firmó un doblete mágico a balón parado (primero de falta y luego de penalti) a dos minutos del 90. La gloria, a la que sólo un gol separaba de los azulgrana, llegó en el tiempo añadido gracias a un remate de Sergi Roberto por el que el canterano, que fue suplente, y según ha reconocido recientemente, no pudo ni dormir aquella noche. La polémica se instauró en torno al árbitro, Aytekin, por el penalti señalado sobre Luis Suárez y dos posibles penaltis no pitados de Mascherano.
En la siguiente ronda, el Barça no pudo superar a la Juve y se despidió en cuartos del torneo continental. El trofeo acabó en las vitrinas del Real Madrid, pero el 8 de marzo de 2017, el Barcelona ganó una 'Champions' en el Camp Nou.