Un derbi siempre es un derbi, por mal o bien que esté uno de los dos conjuntos. Con el Zaragoza luchando por la salvación, el cuadro blanquillo empató en su visita a El Alcoraz.
Se vivieron dos partidos en uno. En la primera parte, un derbi en toda regla, con tensión, con goles e incluso con un expulsado por conjunto para SD Huesca y Zaragoza.
Sabían ambos conjuntos de la importancia del partido, no solo por los tres puntos, sino por la carga emocional que supone un derbi. Y la SD Huesca se quería vengar del 3-0 de la ida.
Fue sin embargo el Zaragoza el que se adelanetó en el marcador, después de que Pulido, homenajeado antes del partido por sus 200 encuentros como azulgrana, se autoexpulsase con una entrada de mucho riesgo.
Lo aprovechó bien el Zaragoza, que se adelantó con uno más con un buen disparo de Bebé, que en esta ocasión no buscó tanto como en otras ocasiones los lanzamientos.
El partido se reavivó cuando el otro capitán, en esta ocasión Zapater, dio con la bota en la cabeza de Sielva, suficiente como para que López Toca le enseñase el camino a vestuarios.
Con los mismos hombres, diez contra diez, reaccionó la SD Huesca, que en el tramo final de la primera mitad encontró el camino a puerta para marcar por medio de Obeng.
La segunda parte tuvo pocas ocasiones. El hecho de tener un hombre menos de lo habitual mermó a ambos conjuntos, cansados ante la fatiga que supuso el duelo.
Cristian Álvarez, que había errado en el 1-1, se redimió con varias manos de gran nivel, pero el marcador ya no se volvió a mover.