El ex guardameta ya confesó que se vio obligado a matar en la guerra de su país, pero ahora ha dado más detalles.
Grobbelaar explicó en esta entrevista cómo se sintió después de quitarle la vida por primera vez a una persona: "Mi primera vez fue al anochecer. Cuando el sol se pone ves sombras en los arbustos. No reconoces nada hasta que ves el blanco de sus ojos. Eres tú o ellos. Disparas y hay un intercambio de balas abrumador".
"Oyes voces a tu alrededor: '¡Cabo, me han dado!'. Silbas para que se callen porque de otra manera estaríamos todos muertos. Cuando cesa el fuego ves cuerpos por todas partes. La primera vez todo lo que tienes en el estómago te sale por la boca", aseguró.
El africano perdió la cuenta de a cuantas personas mató: "¿A cuánta gente maté? No podría decirte. Sí, maté a muchos hombres. Por eso siempre he vivido mi vida al día. Solo puedo arrepentirme del pasado, pero no puedo cambiarlo".
Grobbeelaar también destacó el drama que vivían los soldados narrando cómo algunos preferían suicidarse a seguir combatiendo: "Se mataron entre ellos mismos simultáneamente en dos servicios de los barracones. No podían afrontarlo".
También los había sin escrúpulos. El ex portero reveló cómo uno de sus compañeros arrancaba las orejas a los cadáveres para coleccionarlas: "Aquel tipo le cortaba la oreja a cada hombre que mataba. Guardaba las orejas en un jarrón y tenía unos cuantos jarrones. Su familia fue torturada y quería venganza".
Por último, explicó que el fútbol le ayudó a dejar a un lado todos los malos momentos vividos en la guerra: "La afición me llamaba Jungleman (hombre de la jungla). Decían que no era blanco, que era un negro con la piel blanca. El fútbol me salvó y me tuvo alejado de los oscuros pensamientos de la guerra".