Todo equipo que besa la gloria pasada tiene que volver a la cruda realidad. Bien lo sabe el Real Madrid, que tras ganar la Supercopa de España tuvo que bajar al barro en la Copa del Rey para ganar en la prórroga al Elche.
Fueron dos equipos, el Elche y el Real Madrid, que se dejaron todo en el campo. 120 minutos de partido que sirvieron para otorgar el penúltimo billete para los cuartos de final de la Copa.
El cansancio hizo mella en una plantilla, la blanca vestida de azul, en un once que además rotó Ancelotti. Y el partido le demostró a Ancelotti por qué tiene un once tipo que no mueve.
El Elche, crecido por una grada a rebosar en ese 75% de aforo, fue capaz de sufrir, de tener más ocasiones claras y de entrar en los cuartos de final de esta edición.
Guido Carrillo perdonó una de esas que solo se ven una vez en la vida. A un metro de la portería y con todo a placer, envió el balón a la madera con toda la portería a su disposición.
Si el Elche desaprovechaba las suyas, el Madrid también. Vinicius es menos si no tiene a Benzema a su lado. Y el brasileño dibujó su versión de la temporada pasada, la que no tenía olfato de gol.
El paso de los minutos no fue sino el preludio de una prórroga en donde sí estuvo el juego. Fue en el tiempo extra cuando aparecieron las ocasiones y los goles.
El partido convulsionó con una de las jugadas más polémicas del mismo, sino la que más. Pilló el Elche una contra al Madrid y Marcelo, a la hora de intentar recuperar, derribó a Pere Milla cuando se iba solo. O eso vio Figueroa Vázquez, porque el brasileño reclamó que solo tocó el balón.
Dicha jugada derivó en un compendio de suerte para el Elche. Gonzalo Verdú tiró, tocó en la barrera pero encontró a la diosa fortuna cuadno Ceballos quiso desviar, pero para introducir el balón en su portería.
Con un hombre menos, pero con la obligación de tirar hacia adelante, el Madrid encontró un gol de pillo cuando Isco, totalmente solo, metió el pie para desviar el disparo de Ceballos.
Pese a tener uno más, el Elche adelantó la defensa, lo que finalmente le costó la eliminación cuando Alaba encontró a Hazard, recortó a Werner y firmó una clasificación agónica.