Hace justo una década, el brasileño estaba, con 20 años, levantando una Champions en Moscú de la mano del Manchester United. Centrocampista zurdo con calidad y muy trabajador, el brasileño prometía mucho en su primer año en Inglaterra, cuando conquistó Europa, pero su carrera en la élite sólo duró unos años.
Al contrario de lo que se esperaba de él, el paso del tiempo fue restándole. Se formó en la cantera de Gremio y llegó a ser internacional con Brasil, ganando una Copa América, durante su paso por el Oporto. Ferguson vio potencial en él y el United se dejó poco más de 30 millones para hacer de la Premier League su nueva casa.
Fueron siete años vistiendo de 'red devil'. La irregularidad le pesó demasiado y nunca se hizo un hueco fijo en el once, pero Ferguson le otorgó algunas responsabilidades, como la de lanzar el sexto penalti en la final de la única Champions que ganó. Durante los siete años acumuló éxitos (un Mundial de Clubes, cuatro Premier Leagues, 2 Carling Cups y la citada Champions).
Pero su estancamiento le acabó condenando a decir adiós al fútbol de élite. Tras una cesión de medio año a la Fiorentina, Anderson volvió a su Brasil natal como una estrella. Allí pasó por Internacional de Porto Alegre y Coritiba, y desde hace unos seis meses se encontraba sin contrato.
Su caché cayó hasta tal punto que ha sido el Adana Demirspor, de Segunda División Turca, el equipo que ha apostado por él. Anderson, ya con 30 años y sin oportunidad de relanzar su carrera, regresa al fútbol europeo pero lo hace en un segundo nivel, en un segundo plano, alejado de todos esos focos que le apuntaban cuando era una de las grandes promesas mundiales.