Los grandes delanteros porfían y porfían. Porque saben que el gol es una cuestión de imán. Ya en la treintena, el atacante del City sabe bien de qué va la película. Por eso no desistió. En el minuto 82 encontró su premio.
Dybala robó el esférico, hizo un buen movimiento rápido y conectó con el Kun. Este puso la directa, arrancó con potencia, dejó atrás dos rivales y, pese a estar algo escorado, no dudó en lanzar.
Su tiro, raso, se coló por el segundo palo para hacer imposible la estirada de Al-Sheeb. Con gesto serio, furibundo, festejó el que suponía el tanto de la tranquilidad para Argentina, en ese momento ya virtualmente equipo de cuartos de final.
Pero la recompesa fue doble, puesto que Agüero había tenido hasta cinco ocasiones previas, una de ellas clarísima con paradón del meta catarí. Esta vez necesitó más ocasiones de lo habitual, pero no faltó a la cita del gol.
23 de junio de 2019