El 27 de septiembre de 1975 es uno de tantos días negros de la historia de España. Aquel día José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz. Juan Paredes Manot y Ángel Otaegui era fusilados en Madrid, Barcelona y Burgos.
Los tres primeros pertenecían al FRAP, los otros dos, a ETA. Fueron los últimos condenados a muerte por el franquismo, y sus ejecuciones provocaron un gran revuelo no sólo en una España en la que ya se atisbaba el cambio con un dictador moribundo.
La repulsa en Europa y gran parte del mundo fue notable, y mientras en España la prensa alababa la clemencia del régimen (originalmente iban a ser once los condenados a muerte), la sociedad se horrorizaba.
El proceso judicial indignó a los obsevadores internacionales. Los acusados parecían condenados a muerte de antemano. Y así fue. El régimen no escuchó las protestas, las quejas, el clamor popular. Los cinco fueron fusilados en la mañana del 27 de septiembre.
28 de septiembre de 2018
Un día más tarde, el Racing de Santander se medía al Elche en El Sardinero. El ambiente estaba enrarecido, algo habitual en aquellos tiempos convulsos, y algo llamó la atención de las autoridades antes del comienzo del duelo.
Dos futbolistas del Racing, Aitor Aguirre y Sergio Manzanera, llevaban en su manga izquierda sendos lazos negros. Era algo improvisado, unos brazaletes negros que se habían hecho con los cordones de sus botas.
16 de abril de 2018
De esa guisa jugaron el primer tiempo, hasta que al irse al vestuario al descanso, varios policías de paisano les interceptaron en la bocana. Así lo recuerda el 'Diario Montañés':
"Cuando los jugadores regresaban a los vestuarios, los cordones negros seguían atados en las mangas blancas de las camisetas de Aitor y Sergio. Creen que nadie ha dado importancia al hecho, pero se equivocan. Varios policías vestidos de paisano apartan a los futbolistas y se dirigen a ellos amenazantes: ‘O se quitan ahora mismo esos brazaletes o ustedes no salen en el segundo tiempo, se vienen con nosotros a comisaría’. Algo asustados, se despreden de los cordones y uno de los policías los recoge como si fueran pruebas finas de algún delito."
La Policía asoció rápidamente los crespones negros a las protestas por los fusilamientos. Aguirre y Manzanera no se libraron de una buena reprimenda. Tuvieron que ir a comisaría a prestar declaración y fueron multados con 300.000 pesetas de entonces, lo que al cambio ajustado por el paso del tiempo equivaldría a más de 18.000 euros.
Se pidió hasta cinco años de prisión para ellos y se les quiso juzgar amparándose en la ley antiterrorista de entonces. Mucho hemos cambiado desde aquellas, aunque hay situaciones que son apenas indistinguibles hoy en día.
Manzanera cree que se libraron de problemas mayores gracias a la llegada de la democracia, aunque el temor a sufrir represalias por la calle lo tuvo durante bastante tiempo.
"Casi nadie nos apoyó. En aquella época, lo mejor era no hablar", comentó el ex jugador del Racing en el libro "Futbolistas de izquierdas".