Al Oviedo se le escapa de las manos el arranque ideal en la nueva temporada. Después de más de 70 minutos soberbios en los que todo parecía indicar que el equipo se llevaría justamente los tres puntos porque había sido mejor, el Lugo demostró que, en esto del fútbol, basta con un rato de acierto para dar un vuelco al marcador.
La clave residió en la entrada al campo de Carrillo, que proporcionó al esquema, en la segunda mitad, la clarividencia ofensiva que Barreiro, preso de un conjunto inconexo, no pudo exhibir. En el 78', apareció para cazar el rechace de un disparo que había despejado Femenías y le batió cuando aún estaba en el suelo.
Poco después, Cornud interceptó sin querer un centro de Gerard Valentín con el brazo y facilitó que el colegiado concediera una pena máxima. Joselu la transformó y cambió los rostros de los más de 5.000 aficionados que, no mucho tiempo atrás, sonreían porque los suyos apuntaban a comenzar el año deportivo con los tres puntos bajo el brazo.
Esta sensación era la imperante incluso desde antes de que el luminoso empezara a recoger goles. Los del Cuco Ziganda se sabían superiores, se entendían mejor en ataque y no permitían internadas de peligro rivales. Dani Calvo, en todas las disputas, destacó. El experimento de Mossa como centrocampista, otro acierto. Viti y Obeng, trascendentales arriba.
El '7', de hecho, abrió la lata poco antes de la primera media hora de juego. Controló con mucha inteligencia el rechace de un remate de cabeza que al '16' no le había salido bien y lanzó la puntera de la bota para sorprender a Whalley, sin tiempo para reaccionar. Cuatro minutos más tarde, Obeng, merced a un testarazo perfecto para el centro que le había servido, suave, Borja Sánchez, dobló la ventaja.
De ahí en adelante, el Lugo profundizó en sus problemas para pasar de la zona de tres cuartos en lo que el Oviedo se aproximaba a la sentencia. Al final, no hubo sentencia, Carrillo solucionó las vicisitudes de su escuadra arriba y el brazo de Cornud le costó ser la mala imagen de un encuentro en el que, previamente, había estado bien. Tocó firmar las tablas en el Tartiere.