Marcarse un gol en propia meta es de las peores cosas que pueden pasarle a un portero, pero la manera en la que Suvaizdis sufrió ese mal que tantos pasaron antes que él, fue bastante dantesca.
Todo llega por un balón atrás, que el defensa Gaspuitis recibe en campo propio. Ante la presión que estaba sufriendo, despejó por alto el balón, pero le dio más potencia de la esperada.
En esa tesitura, el guardameta tuvo poco margen de maniobra y empezó a correr hacia su propia portería con el objetivo de evitar que la bola entrara.
No la quiso coger con las manos para no provocar una cesión, pero la alternativa que tomó fue peor. Cabeceó el balón para tratar de mandarlo fuera. El esférico rebotó en el larguero y entró en la portería. Y para mayor desgracia, el guardameta acabó en el suelo...
27 de junio de 2019