Álex Alegría ruge, el Zaragoza respira

José Domingo Delgado hace 3 años 907
El Zaragoza ganó por la mínima. LaLiga

Por la mínima, sin brillo y con algo de polémica, el Real Zaragoza logró una importantísima victoria (1-0) que le vale para alejarse de los puestos de descenso. El Tenerife, sin chispa en ataque, condenado a mantenerse en la zona media de la tabla.

El Real Zaragoza ganó este sábado tres puntos y una bombona de oxígeno. Los maños marcaban la frontera con la zona de descenso y este sábado, como mínimo, pueden irse a dormir con la conciencia tranquila.

En una situación como la que se encuentra el equipo de Juan Ignacio Martínez, el cómo pierde importancia, dado que lo primordial es el resultado. Sobre todo, cuando el triunfo se logra frente a un Tenerife que llegaba a la cita de La Romareda en un buen momento.

Los de Luis Ramis perdieron una gran oportunidad para acercarse al 'play off' de ascenso a Primera División. Y aunque aún queda mucha Liga por delante, viendo el nivel de los de arriba, puede que una de las últimas para no conformarse con algo más que la permanencia.

No fue un encuentro abierto en el que se suceden las ocasiones y en el que el fútbol está en las porterías de uno y otro. Fue un partido bronco, con muchas interrupciones, cartulinas amarillas y, sobre todo, con su granito de polémica. O montaña.

El combinado maño comenzó el choque con una marcha más que sus rivales y, después del primer aviso de Alberto Zapater a balón parado, Álex Alegría firmó el único tanto del encuentro en el 22': Bermejo pensó y creó, el placentino desequilibró de cabeza, en el segundo palo, libre de marca.

Y entonces, la polémica: en una jugada de pizarra, el Tenerife logró el empate en el ecuador del primer tiempo tras un disparo de Fran Sol desde el corazón del área, pero el colegiado anuló el tanto por falta, o eso parecía.

El árbitro entendió que la infracción se produjo antes de que se ejecutara el lanzamiento desde el saque de esquina y lo que decretó fue que debía repetirse el centro. Luis Ramis, incrédulo, al igual que todos los chicharreros, no se lo podía creer.

Volvieron los futbolistas tras el paso por los vestuarios y el Zaragoza supo entender a la perfección lo que necesitaba hacer para lograr los tres puntos. Echó el ritmo del partido a dormir y centró sus esfuerzos en mantener su portería a cero. Y a pensar en el siguiente.

Nieto incluso pudo aumentar la renta, pero Dani Hernández mantuvo a los suyos en el partido con una gran intervención. El Tenerife, inmóvil en ataque, sin claridad ni ideas, se marchó de La Romareda con los bolsillos vacíos y con medio objetivo menos por el que luchar.

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