Aquel 'Partido del Siglo' entre Italia y Alemania

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Captura de uno de los tantos anotados en el 'Partido del Siglo'.

La Copa del Mundo de México 1970 será recordada por la victoria de Brasil en la última participación de Pelé y por un duelo que dejó una placa en uno de los campos de fútbol del país organizador: "El Estadio Azteca rinde homenaje a las selecciones de Italia y Alemania, protagonistas en el Mundial de 1970 del 'Partido del Siglo".

El miércoles 17 de junio de 1970 se disputó uno de los encuentros más espectaculares del siglo XX. Desde ese día, se acuñó el término 'Partido del Siglo', que después sería utilizado en muchos duelos como reclamo publicitario. Por ejemplo, ¿cuántos choques entre Real Madrid y Barcelona han sido denominados de ese modo antes de disputarse? Muchísimos.

Pero el 'Partido del Siglo' real, el de verdad, el genuino, fue el que enfrentó a Alemania y a Italia en las semifinales del Mundial de 1970. Fue un duelo épico, legendario, en un escenario majestuoso, como el entonces joven Estadio Azteca, y en ocasiones dramático por la intensidad del choque entre dos grandes potencias europeas del fútbol.

Cuando empezó el torneo, las dos selecciones llevaban un tiempo sin ganar el Mundial. Alemania, menos. Su último éxito lo logró 16 años antes, en Suiza 1954, cuando sorprendió en la final a la todopoderosa Hungría de Ferenc Puskás y Sándor Kocsis. Italia, desde Francia 1938, no alzaba la Copa Jules Rimet, que en 1974 cambió de denominación y forma para llamarse trofeo de la Copa Mundial de la FIFA.

Ambas selecciones tenían ganas de dar un golpe encima de la mesa para acabar con años de sequía. Alemania rozó el éxito cuatro años antes, en Inglaterra 66, pero perdió la final contra la anfitriona. Después, se vengaría de los británicos en los cuartos de final de México, con un tanto de Müller en la prórroga.

El grueso de aquel equipo que perdió en 1966 estaba presente en México. Con Beckenbauer más maduro y jugando en una posición más retrasada, con Gerd Müller entre los nuevos (repitieron catorce y aparecieron ocho) y con nombres como Sepp Maier o Uwe Seller, el cuadro germano imponía.

Mientras, Italia progresaba después del ridículo del Mundial anterior, en el que fue eliminada en la fase de grupos después de perder el último partido ante Corea del Norte. En México siguieron siete hombres y, de ellos, Enrico Albertosi, Giacinto Facchetti, Gianni Rivera y Sandro Mazzola, fueron los únicos supervivientes que se enfrentaron al cuadro asiático y seguían en la selección.

De ellos, sólo Mazzola y Rivera pudieron darse el gustazo sobre el césped de darse un alegrón en aquella tarde calurosa del mes de junio que encumbró a dos equipos que enarbolaron el fútbol espectáculo por encima de todo. Sin embargo, Rivera sólo jugó a partir del minuto 75. La presencia de uno u otro en las alineaciones era un problema nacional.

Eran las dos estrellas de Italia. Los dos, eran interiores, aunque Mazzola jugaba un poco más adelantado, era algo más goleador y tenía más velocidad; Rivera, tenía mejor visión de juego y un gran pase largo; además, uno, Mazzola, era del Inter. El otro, Rivera, del Milan. En cada partido, el debate nacional estaba a la altura de la vieja rivalidad entre los ciclistas Coppi y Bartali.

Para el choque ante Alemania, Ferruccio Valcareggi eligió a Mazzola. Sentó en el banquillo a Rivera y su alineación completa la formaron Albertosi; Burgnich, Cera, Rosato, Facchetti; Bertini, Mazzola, De Sisti; Bonisegna, Domenghini y Riva.

Mientras, el cuadro germano saltó al césped con Maier; Vogts, Patzke, Beckenbauer, Schnellinger; Grabowski, Schulz, Overath, Lohr; Seeler y Müller.

Todo estaba listo para 'El Partido del Siglo'. A la misma hora, las 16:00, se disputó la otra semifinal. Brasil ganó 3-1 a Uruguay, pero en 90 minutos. En el Estadio Azteca, el choque duraría algo más por la igualdad del duelo. Se llegaron a disputar 120 minutos por culpa de la prórroga. El equipo de Pelé, Jairzinho, Rivelino, Tostao y Gérson, tuvo que esperar media hora para conocer el nombre de su rival.

En los 90 minutos reglamentarios, ocurrieron algunas cosas. Aunque la catarata de emociones se desató en la prórroga, antes, Bonisegna, con un zurdazo desde fuera del área, había adelantado a Italia a los ocho minutos del inicio del choque.

Después, el cuadro transalpino se dedicó a defender el resultado con uñas y dientes y vio cómo no pitaban un penalti a Seeler y cómo Gerd Müller lanzaba un balonazo al larguero.

Entonces, cuando todo parecía perdido para Alemania, apareció Schnellinger para marcar el único tanto que logró en sus 47 internacionalidades con la Selección Germana. El lateral, apodado 'Volkswagen' por su incansable esfuerzo y, además, jugador del Milan, apareció de la nada por el punto de penalti para rematar un centro desde la banda izquierda que empató la semifinal en el último suspiro.

Ese tanto dio pie a una prórroga en la que hubo cinco goles, fútbol espectáculo e instantes para la épica con la imagen de Beckenbauer y su brazo en cabestrillo tras dislocarse su hombro derecho. Alemania no tenía más cambios y, durante media hora, su estrella jugó lesionado.

Aun así, Müller adelantó a Alemania con un remate de 'ratón', al aprovechar la falta de entendimiento entre la zaga transalpina y Zoff, en el minuto 94; respondió Tarcisio Burgnich cuatro minutos después, favorecido también por un fallo de la defensa germana, y Luigi Riva se unió a la fiesta en el minuto 104, para marcar un bello gol con la zurda que parecía definitivo.

Pero al 'Bombardero' Müller en ese Mundial se le caían los goles de los bolsillos y aún tuvo tiempo para hacer su décimo del torneo y el empate a tres, en el minuto 110 con un cabezazo casi desde debajo de la portería italiana. Las tablas parecían inamovibles y en esa locura apareció Rivera, que aprovechó un jugadón de Bonisegna por la banda izquierda para hacer el 4-3 definitivo.

Los 105.000 espectadores que presenciaron en directo el encuentro, salieron del Estadio Azteca boquiabiertos. Fueron testigos de un duelo histórico que marcó la historia de los Mundiales. Nunca una prorroga fue tan caótica pero tan bella a la vez.

Italia, cansada por el esfuerzo, no pudo con Brasil, que cuatro días después, el 21 de junio, ganó 4-1 a un equipo que se dejó el alma contra Alemania.

Pelé se despidió a lo grande, rodeado de un grupo de jugadores casi increíble, pero el brasileño no puede presumir de tener una placa en el Estadio Azteca. Ese honor está reservado a unos pocos como Maradona por su gol a Inglaterra en 1986, Arlindo dos Santos, autor del primer tanto que se vio en el estadio en 1966, y a dos equipos que convirtieron al fútbol en un relato épico irrepetible: Italia y Alemania.

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