Bayón, de la cantera del Barça a la Tercera italiana

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Samuel Bayón ha psado por numerosas equipos europeos. EFE

A lo largo de su carrera, el centrocampista Samuel Bayón ha vivido con intensidad las categorías menores del fútbol español que le han permitido disfrutar del sabor agridulce de un deporte que es su vida. Bayón hizo las maletas hace tres temporadas para jugar en Eslovaquia y, ahora, tras una buena experiencia profesional entre la oscuridad y el frío, se enfrenta a un reto en una isla apasionada: Sicilia.

La vida profesional de este futbolista nacido hace 33 años en Vilasar de Mar (Barcelona) ha estado marcada por el ajetreo, las ganas de triunfar y, sobre todo, por una maleta gastada por su excesivo uso. Desde que muy joven, la ha hecho y deshecho en infinidad de ocasiones para establecerse en ciudades donde se respiraba fútbol de Segunda B y Segunda División.

Antes de abandonar España, Bayón recorrió casi toda la península para jugar en diferentes clubes: Hospitalet, Premià, Mataró, Burgos, Alavés, Cartagena, Zaragoza, Benidorm, Badajoz, Llagostera y Badalona, acogieron el fútbol de un jugador que se formó en las categorías inferiores del Espanyol y que, durante un año, coincidió en los alevines del Barcelona con algunos nombres que no olvida.

LA CREMA DE INIESTA, EL RASTRO JÉMEZ, LA HUMILDAD DE ASTUDILLO

Bayón no estuvo mucho tiempo en los filiales del Barcelona, pero tuvo tiempo de conocer a una parte de la camada de chavales que después formaría parte de la historia del Barcelona y del fútbol español. Vivió en primera persona la creación de un estilo y de una forma de entender el fútbol.

"Adquirí muchos conocimientos que ahora son el pan nuestro de cada día en el fútbol español. Estaba con Pepe Reina, Víctor Valdés, Nano, Babanguida y Arteta. Y una categoría por debajo estaba Iniesta. Era una locura verle entrenar. Era un chaval introvertido que apenas hablaba. Pero cuando cogía la pelota, parecía que tenía crema en el pie. Era una delicia verle", recuerda en una entrevista con EFE.

Iniesta no fue el único profesional que le llamó la atención. De su paso por el fútbol español guarda recuerdo de muchos jugadores y entrenadores. De casi todos adquirió algún aprendizaje. Pero, de cuatro, guarda un recuerdo especial: Gonzalo Arconada, Martín Astudillo y Paco Jémez.

"Recuerdo a muchos con cariño. En el Alavés, Astudillo. Escucharle era una pasada, siempre fue humilde fuera y dentro del campo. También a Mariano Sánchez, del Cartagena. Siempre miraban por el bien del grupo. De los entrenadores, por su manera de trabajar dentro y fuera del campo, me quedo con Paco Jémez. Cala muy dentro en un vestuario. Me gustó mucho. Y en Burgos tuve a Arconada. Diferente a Jémez, pero tiene una forma de transmitir muy intensa".

Pero todo fue un camino de rosas para Samuel Bayón. La crisis económica también afectó al fútbol español, y sobre todo a categorías como Segunda y Segunda B. A día de hoy, casi cuatro años después de dejar España, aún le deben dinero por impagos. Espera recuperarlo algún día y prefiere no mirar atrás. Los malos tragos están olvidados y ahora disfruta del fútbol.

ESLOVAQUIA: FRÍO, OSCURIDAD Y TRIUNFOS

Las sesiones de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) para jugadores sin equipo le abrieron las puertas hace tres veranos de un destino inesperado: el Zemplín Michalovce, un club de Segunda División de Eslovaquia de una ciudad al este del país, al borde de Ucrania, y con algo más de 40.000 habitantes. Después de rozar el ascenso en su primer curso, lo consiguió en el segundo y su club, por primera vez en la historia, jugó en Primera División.

Bayón -asegura-, completó allí sus mejores años como profesional. Lo consiguió en un país al que tuvo que acostumbrarse. La forma de vida de Eslovaquia está condicionada por el carácter frío de sus habitantes y por su clima.

"Es un país muy frío y con diferencias a nivel cultural. Siempre estaba muy oscuro. Amanecía muy temprano y oscurecía muy temprano. En esta época, a las 16:00 estaba todo cerrado y hacía un frío tremendo. Estabas dos o tres meses que no subías de los -3 grados. Pasabas el tiempo como podías. Deseabas que llegaran los días de partido para tener la mente y el cuerpo ocupado. A nivel personal tenía continuidad, jugaba y salían las cosas bien", explica.

El carácter de Bayón, siempre positivo, ayudó en su adaptación. Pese a que su pareja estaba a miles de kilómetros, consiguió habituarse a un vestuario en el que convivía con tres españoles más dentro de un club que siempre estaba pendiente del bienestar de sus jugadores.

Desde la ventana de su casa de Michavloce, Bayón tenía una visión perfecta del centro de la ciudad. Pero, a veces, la vista se le escapaba hacía la estación de tren y autobuses que podía ver desde su casa: "¡Más de una vez la miraba y pensaba que cualquier día me iba de aquí!", bromea.

"La gente del este es muy suya, muy cerrados. Son como el clima. Por suerte tuve un vestuario muy alegre y el club se desvivía. Pero estabas en casa, salías y era de noche. Te asomabas por la ventana, y era de noche. Hacía frío, luego más frío. Siempre nevando. Hubo varias semanas que estábamos entre los -20 y los -10 grados. Y se comía a las 11:00 y se cenaba a las 18:00. Un poco locura, pero estaba contento, fui feliz".

SICILIA, EL REGRESO AL FÚTBOL DE VERDAD

Después de aquella experiencia, en un fútbol con una afición muy apasionada que animaba sin camiseta y bajo cero, decidió cambiar de aires para por una aventura arriesgada que califica como apta para "valientes". Su nuevo destino, por el que ha firmado hace dos semanas, es el Palazzolo, un club de Sicilia que milita en la Serie D, la Tercera División del fútbol italiano.

¿Por qué cambiar la máxima categoría del fútbol eslovaco por la de bronce del fútbol italiano? La culpa la tuvo el aroma al fútbol auténtico que se respira en Sicilia.

"Es un club muy humilde pero increíblemente familiar. Es la apuesta más atrevida de mi carrera. Es un club muy histórico de la región de Sicilia, pero totalmente contrario a lo que he venido jugando en los últimos años. Es la decisión más arriesgada que he tomado. Es increíble el fútbol se respira aquí a nivel de equipo. Me ilusiona muchísimo intentar ascender".

Palazzolo es un pueblo de unos 4.000 habitantes, en el interior de Sicilia, a 800 metros por encima del nivel del mar. Allí, Bayón pasó una semana antes de decidirse, pero cuando comprobó que el aroma del fútbol auténtico, alejado del negocio y cercano a las pasiones aún existe, se lanzó a la aventura.

"Es un club con instalaciones antiguas, de la Italia antigua y profunda, Pero se respira fútbol. Son sensaciones que tenía perdidas hace años. Pero vine aquí, a una entidad humilde de Sicilia, y eso que parecía perdido y olvidado, está. Estoy muy contento", declara.

En las dos semanas que lleva en Sicilia, Bayón ya ha vivido esa pasión por el fútbol que llena a la isla. En estadios siempre llenos pese a la categoría, vivió su primer sobresalto mientras veía a sus compañeros desde la grada de un campo visitante. Cuando acabó el partido, rodeados de carabinieris, intentaron acceder al césped.

"Cuando íbamos a entrar, la persona del club en la valla no nos dejó. La gente, mientras, salía del estadio y pasaba por delante de nosotros. La policía se marchó porque pensaban que íbamos a entrar. Empezaron a apretarnos y nos tiraron los gorros de lana, a otros les pegaron patadas... fue después de un derbi de la zona. No quiero ni imaginarme cuando sea un partido en el que te juegues algo".

En cuanto tenga el "transfer", Bayón comenzará a jugar en Sicilia. Será su segunda aventura fuera de España. Tenía más ofertas en otras ligas, en otros países y en divisiones superiores, pero ha elegido el camino difícil en un equipo de Tercera categoría.

Eso sí, con mucha más luz que en Eslovaquia. Aún así, su decisión ha sido valiente: "Salir fuera es interesante. Te crees que sabías todo y no es así. Salir, enriquece. Y aquí, en Italia, aprenderé más cosas".

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