España gana con un sufrimiento inopinado a Irán, que tras una primera mitad ultradefensiva a punto estuvo de sacudir a un combinado español muy nervioso y enredado en la pujanza persa y el miedo a perder su ventaja. Con este triunfo, España y Portugal comparten coliderato del Grupo B. Mandó en el marcador un gol de Costa con la rodilla.
Minuto 42: Silva intenta revolverse en el área y dentro del mismo se encuentran los once jugadores de Irán, tanto los de campo como el portero. Los once. Lo que podría haber sido la foto-resumen del encuentro sólo explica la primera parte, en la que España acarició, magreó y sobó la bola hasta el desgaste e Irán se acomodó alrededor de Beiranvand. Durante la segunda mitad sudó España como pocas veces.
Lo de la primera parte, la comodidad con la que el equipo de Fernando Hierro domó la bola aunque sin peligro aparente, se convirtió en una tortura por la bravura de Irán y la inquietud de la propia España. Ante Irán, una selección sin pedigrí pero con un grupo enérgico y guerrero y un técnico experto como Carlos Queiroz, 'la Roja' a punto estuvo de pegarse un tiro en el pie. Lo evitaron el gol con la rodilla de Costa y la falta de acierto persa, que generó pánico con cada acercamiento.
Carvajal, Piqué, Ramos, Alba, Busquets, Iniesta... Juntan muchas Champions estos futbolistas, son la élite de la élite, pero se dejaron avasallar por una Irán que, como si de un 'Transformer' se tratara, pasó de autobús a locomotora. La propuesta defensiva de Queiroz necesitó del gol de Costa para convertir cada jugada en largo y a balón parado en un infierno para los futbolistas españoles. Especialmente para De Gea, que durante el partido evidenció que la mano blanda del partido ante Portugal aún pulula por su cabeza. España, pese a la capacidad de sus jugadores, no supo en ningún momento domesticar el choque. Ni siquiera Iniesta, lejos de su mejor nive físico y futbolístico, pese a que asistió a Costa en el gol.
Isco, Silva, Costa...
Los únicos que entendieron el partido fueron Costa, Silva y, sobre todo, Isco. El malagueño fue el gran catalizador del ataque español. Le faltaron socios, mayoritariamente el centro campo. Sólo Silva, quien fue de más a menos, ofreció alternativas en ataque. La furia de Costa también fue una vía para el desahogo, pero se evaporó en la marea de piernas iraníes.
Fue una pierna iraní, la de Ramin Rezaeian, quien ayudó a que España rompiera el frasco. La cedió Iniesta, controló Costa y entre el intento de robo del defensa iraní y el giro del hispano-brasileño la pelota entró mansamente en la portería de Beiranvand. Hasta el gol, los ataques de España se resumieron en internadas de Isco y dos tiros forzados de Silva.
El 0-1 permitía a España tocar la pelota, narcotizar al rival y buscar engordar la renta. Nada más lejos: Irán dio un paso adelante y se dedicó al bombardeo desde su área y las zonas laterales. Cada bola sobre el área de una España desajustadísima supuso prácticamente una ocasión de peligro. Antes del tanto de Costa, un saque de banda acabó en el lateral de la red de De Gea. Despropósito de España. Por arriba Irán las ganó prácticamente todas.
El premio pudo llegar para Irán, a la que el árbitro anuló justamente un gol por fuera de juego. Lo celebró Irán como loca, pero el VAR confirmó lo que se había visto. Con media hora por delante, España no supo hacerse con el dominio. El partido era un ovillo totalmente deshilachado. E Irán lo aprovechó para infundir terror.
El colmo del disparate llegó con un caño de Amiri a Piqué y un remate de Taremi, solo. Su cabezazo no entró, como tampoco entró un momento antes una punterita que no llegó a impactar el balón lanzado de, cómo no, la zona lateral.
Ni Ramos ni Piqué lograron imponer su jerarquía en defensa, tampoco Koke repartió cemento ni Asensio aportó electricidad. Se salvó España enchufada al desfibrilador, despejando de puños De Gea un último balón iraní. Con un gol de rebote, rematado con la rodilla. Así, no obstante, también se ganan Mundiales.