La Federación Griega de Fútbol bien podría empezar a cancelar las reservas, de haberlas hecho, de viajes y hoteles en Rusia para el próximo verano. La goleada sufrida en Zagreb obliga a los helenos a realizar una remontada heroica en la vuelta.
Grecia no fue rival para Croacia en todo el partido. Los helenos sólo fueron superiores a su rival durante un breve periodo de la primera parte. Y así es difícil sacar un buen resultado de los Balcanes.
Pero Grecia lo intentó. Optaron por jugar con defensa de tres con dos carrileros, pero el invento le explotó en la cara al seleccionador griego.
Porque la zaga no dio una en todo el partido. Los carrileros realizaron una nefasta tarea defensiva, sumada a una nula aportación ofensiva. No era un día para hacer experimentos.
El colmo llegó sólo tras trece minutos de partido. Una cesión para Karnezis se le escapó al arquero griego y Kalinic se la robó. Se vio obligado a hacer un clamoroso penalti que le costó la amarilla (y jugar el resto del partido sangrando por la nariz).
Luka Modric asumió la responsabilidad y convirtió la pena máxima. Si el plan griego pasaba por no encajar goles, Modric se encargó de echarlo por tierra.
Poco más tarde Kalinic remataba de tacón un centro raso de Strinic. Este tanto evidenció lo que iba a ser la mina de oro de los croatas: las internadas por banda. Los carrileros no sabían cubrirlas, y los centrales no sabían cubrir en el área siendo tres. Catastrófico.
El tanto, sin embargo, pareció espolear a una Grecia que hasta entonces fue mera espectadora del juego croata. Se vinieron arriba y en el primer córner a favor llegó el gol de Sokratis.
Un 2-1 que cambió el gesto de los futbolistas de Croacia. Llevarse un 2-1 a Grecia era demasiado peligroso. Tocaba golear a su rival para llevar a la vuelta un cómodo colchón.
Porque Grecia no se caracteriza por marcar muchos goles por partido, pero quién sabe si será en el próximo cuando se desaten sus goleadores.
Así pues, Croacia reaccionó con rabia y en apenas tres minutos repitió la jugada de los huevos de oro, pero por la otra banda. Centró Vrsaljko y remató Perisic. El rojiblanco centró sin oposición, como remató su compatriota.
El partido era una verbena y Grecia pedía a gritos el descanso. Por fortuna, Karnezis se puso las pilas tras su grosero error en el 1-0 y evitó que la goleada fuera a mayores.
Tras el descanso, Grecia movió ficha, y empezó a paliar sus carencias defensivas. Metió un verdadero lateral diestro, y no tardó en hacer lo propio por la izquierda, quitando a un nefasto Stafylidis que no sabía qué hacer en esa posición y devolviendo a su posición natural a Tzavellas.
Eso sí, entre medias de ambos cambios Croacia terminó de exprimir su jugada maestra, explotar al pobre Stafylidis. Un centro que iba dirigido a Vrsaljko lo interceptó el lateral del Augsburgo. En lugar de romperla, se la cedió con el pecho a Karnmezis, pero de muy mala manera.
Vrsaljko llegó antes, y peleando el balón, éste salió repelido para que Kramaric anotase el cuarto y definitivo tanto. Un mazazo para los griegos.
Desde entonces (minuto 49) hasta el final, un monólogo de Croacia, que si bien pudo golear, se contentó con llevarse una ventaja de tres goles a Grecia. Un abismo, teniendo en cuenta que los helenos no marcaron ni dos de media en toda la fase clasificatoria.
Grecia lo intentó sobre todo en la recta final, pero para colmo no era su día. Tocará invocar a todo el panteón olímpico para lograr levantar esto. Pero parece que tras este lamentable espectáculo, no habrá Mundial para Grecia.