Sí, no es broma. El Cádiz ha ganado un partido de Primera División. La afición gaditana necesitaba un estímulo como este para volver a creer en el milagro, para ver cómo la salvación está más cerca que nunca y para cerrar más de 6 meses sin celebrar una victoria. Necesitaba enfrente a un equipo apático al que le importase poco este partido. Y si no es verdad, al menos así lo demostró el Atlético de Madrid en el Nuevo Mirandilla.
Hay pocas cosas menos explicables que el Atlético de Madrid fuera del Metropolitano. Es un equipo totalmente distinto al que juega con su afición. Es un equipo pobre, sin ambición, sin alma por conseguir la cuarta plaza, menos luchar por cosas más grandes. Es cierto que Simeone tenía bajas, que el partido contra el Inter está en la vuelta de la esquina, pero no se puede permitir el conjunto 'colchonero' un partido más así.
Lo aprovechó el Cádiz para armarse, para reforzarse y para meter un susto al Celta, al Rayo, al Mallorca, a todos esos equipos que parecían tener amarrada la salvación pero que tendrán que seguir luchando por mantenerse en la élite del fútbol español.
'O Rei' Juan Miguel
El Cádiz cree en el milagro gracias a Juanmi. El más pillo de la clase, especialmente en el segundo palo, fue el artífice de una victoria tan necesaria como balsámica. Consigue Pellegrino su primer triunfo de la temporada y encima ya a los rivales que están justo por encima.
El malagueño, que ya acumula 3 goles en apenas 6 partidos con el conjunto gaditano, es el alma de la fiesta. Como si fuese un '9' de 190 centímetros, Juanmi cabeceó totalmente solo ante la mala marca de un Mario Hermoso que puede olvidar la tarde de este sábado.
Ni con el gol del Cádiz el Atlético fue un equipo vivo, sino un cuerpo inerte. No reaccionó el conjunto de Diego Pablo Simeone ni con los once que empezaron de inicio ni con los cambios. Especialmente preocupantes fueron los 45 minutos de un Depay que se peleó más con el árbitro que con la defensa rival. El neerlandés no aprovecha sus opciones y eso lo paga un equipo que echa mucho en falta a Griezmann.
Reclamó en la primera mitad el Cádiz un penalti de Gabriel Paulista. Lo cierto es que, con las normas actuales, parecía clara la pena máxima por mano, pero González Fuertes entendió que le fue del cuerpo al brazo separado y decretó que la acción siguiese su curso.
Apático, con un Morata errático, sin un centro del campo con el que dominar el partido, el Atlético pareció un juguete en manos de un Cádiz que empezó a creerse que podía ganar con el segundo gol de Juanmi. El malagueño tiró de pillería al empujar ligeramente a Gabriel Paulista, en una acción que se podía haber revisado, y plantarse solo ante Oblak.
No reaccionó el Atlético de Madrid. Empezó a pensar Simeone en el Inter si es que no lo había hecho antes y desistió de luchar por al menos un empate en un Nuevo Mirandilla que 6 meses después se convirtió en una fiesta.