Lo necesitaba el Cádiz y ganó. El cuadro andaluz, que juega ya casi sin vidas de cara a la salvación, cumplió y venció a un Getafe que llegó con menos cosas en juego al Nuevo Mirandilla. El penalti, inocente, de Djené, le dio el triunfo al conjunto de Pellegrino, que deja inquietos a aquellos que todavía no han cerrado la permanencia.
La esperanza de Cádiz se mantiene. El cuadro andaluz, que arrancaba la jornada a ocho puntos de la permanencia, mantiene sus opciones matemáticas después de un importante triunfo frente a un Getafe que tiró una parte completa. En la primera, se impuso el instinto de supervivencia del conjunto de Pellegrino. Tuvo hambre, derrochó energía. Cuando esta se terminó, se apoyó en en el coraje que demostró para defender su ventaja. Demostró que, si consigue el milagro, será a base de sufrimiento. Ni ganando en casa pudo respirar tranquilo.
El Nuevo Mirandilla ya ha asumido que será así. Fue exigente, cantó buscando responsables de la actuación deportiva, pero animó cuando el equipo lo necesitó. Vio cómo el equipo, en el inicio, sí que tuvo esa iniciativa, siendo consciente de lo que necesitaba para poder sumar puntos, la única vacuna en este final de temporada. Comenzó realmente bien el Cádiz, que apretó arriba buscando robar en zona peligrosa y poder atacar cuanto antes.
Roger Martí fue el gran protagonista de ese primer tramo de partido. Hasta tres ocasiones contó el ex del Elche para inaugurar la cuenta del cuadro gaditano, pero David Soria se hizo gigante en sus intervenciones. Se cabreaba el guardameta del Getafe con sus compañeros, dormidos en ese inicio de encuentro. El equipo de Bordalás solo amenazaba, a duras penas, a base de contragolpes. Pero no tan amenazantes como en otros tramos de la temporada.
Y el Cádiz encontró su premio. También se podría tomar como un regalo de Djené. En un centro lateral, el zaguero del Getafe saltó, sin mirar al balón, para estorbar a Chris Ramos, al que golpeó con el codo. Lo vio De Burgos Bengoetxea, que no dudó y señaló la pena máxima tras el apoyo, vía pinganillo, del VAR. La responsabilidad, para Rubén Alcaraz, encargado de lanzar la pena máxima. Golpeó fuerte a un lado y, aunque no engañó a David Soria, la potencia en el golpeó sirvió para que el portero no pudiese alcanzar la pelota. 1-0 y el Nuevo Mirandilla volvía a tener esperanzas.
Lo cierto es que el cuadro amarillo fue mejor de inicio a fin en la primera parte. De hecho, tuvo alguna que otra ocasión más para poder ampliar el resultado frente a un Getafe que no despertó hasta que llegó la segunda mitad. Bordalás, en la pausa, introdujo cambios, pero el futbolista clave fue Greenwood, al que sí empezó a encontrar el cuadro 'azulón'. Es la gran solución a todos los problemas. El inglés fue una piedra en el zapato tanto para Zaldua, primero, como para Iza, que entró por el primero, que terminó lesionado.
Cada vez que el ex del Manchester United tenía el balón generaba peligro un Getafe que creció a base de sus ocasiones. El Cádiz comenzó a acular, visto que su rival comenzaba a apretar, y dejó de pisar el área rival. Una sensación de peligro constante que intentó remediar pausando, como podía, un partido que iba a otro ritmo de lo que le daba el físico al cuadro andaluz. Peleó con todo el conjunto local, que vio cómo Latasa estaba empeñado en marcar. Y ahí empezó a aparecer Ledesma. Primero, para evitar el gol en un disparo desde la frontal. Ya en los minutos finales, el guardameta apareció de nuevo, en una intervención clave, para rechazar, como pudo, un potente disparo de Diego Rico desde la frontal del área.
Ledesma terminó el partido dolorido por un golpe. Tomando aire y pidiendo a gritos un pitido final que llegó con el 1-0 en el marcador. Una parte para cada uno, sí, pero los puntos se los quedó un Cádiz que los necesitaba como el comer. Su situación todavía es delicada, pero traslada cierta presión a los equipos que todavía no han firmado la permanencia matemática. No es imposible.