Noche negra en La Rosaleda (0-5)

José Criado hace 2 años 33
Kevin, en el descalabro del Málaga-Ibiza. Marilú Báez

El Ibiza de Paco Jémez le da un repaso al Málaga con una dolorosa manita que acaba en pesadilla para el malaguismo.

Hacía tiempo que el Málaga CF no mancillaba su templo de una forma tan abrupta, con tanta virulencia y con tan poco amor propio. No se recuerda un sopapo de similares magnitudes al conjunto blanquiazul en La Rosaleda. El Ibiza, el equipo de Paco Jémez que ahora parece el Bayern Múnich, le ha propinado un guantazo de realidad al conjunto de José Alberto, un puñetazo directo a la ilusión que deja muy tocado al equipo malaguista y al técnico, que no venía gozando de toda la credibilidad del mundo desde diciembre.

Una manita. Cinco goles uno detrás de otro. Un descalabro de proporciones bíblicas. Un tsunami ibicenco en La Rosaleda para convertir el partido de la ilusión en el choque de la desesperación. Porque este Málaga llegaba con optimismo al partido después de un arranque de 2022 esperanzador. Pero las bajas, la falta de acierto y la mala puesta en escena han sido determinantes. Es evidente que este nuevo Ibiza está ahora mismo muy por encima del actual Málaga, pero los cinco goles son un golpe duro de digerir.

Al Málaga se le ha caído el equipo incluso antes de empezar. La punta del iceberg es José Alberto, al que volvieron a señalar las 15.000 almas blanquiazules que se dieron cita en La Rosaleda. Pero no es el único. No puede encajar este equipo cinco goles del recién ascendido Ibiza. No puede ser la zaga tan blanda ni el ataque tan inofensivo. No puede ser el Málaga un meme en enero.

Porque eso fue el conjunto blanquiazul, un juguete roto, un alma en pena cuando encajó el segundo en la segunda parte. De ahí al final cayeron tres más pero pudieron ser cinco. Porque este equipo no tuvo timón ni guion. Y acumula decepciones en casa de una manera alarmante.

Mal inicio

Y eso que el choque prometía. Pero pronto, muy pronto la balanza se desequilibró. Sergio Castel, en una volea y tras otra mala basculación en la defensa, fusiló a Dani y puso el primero en el casillero (0-1, 11’). Demasiado fácil y demasiado suelto el Ibiza, que había arrancado con más brío de inicio.

Intentó la reacción el equipo de José Alberto. Le metió más velocidad, más intensidad y más prisa. Pero el Ibiza también le metió dureza a su juego y hasta tres jugadores vieron amarilla en un suspiro. Pese a que el partido estaba en los primeros compases ya iba tarde para todos. Roberto, Brandon y Paulino dispararon desde lejos sin peligro. Y entre medias, el desequilibrante Bogusz caía lesionado y entraba Miki Villar.

Y comenzó a crecer Roberto. Primero forzando una amarilla a Juan Villar y seguido con un cabezazo que detuvo bien abajo Domínguez. En la recta final de la primera mitad, el fuelle malaguista comenzaba a rebajarse y el Ibiza no había sufrido daños ni desperfectos, más allá de que tres de los cuatro zagueros ya tenían amarilla.

El guantazo definitivo

El paso por vestuarios tenía que cambiar los biorritmos del partido, ajustar tuercas y acercar sensaciones. Nada más lejos de la realidad porque el descalabro comenzaba a gestarse. Pese a que avisó primero Paulino en la mejor jugada ofensiva del Málaga con Kevin de protagonista, la tragedia tomaba cuerpo en el 50. Mala salida de balón de Ramón y Febas, robo visitante y Herrera que no perdonaba (0-2, 56’).

El Málaga se había caído de golpe y porrazo. La sala de máquinas había gripado y el equipo de José Alberto ya estaba en la lona. Más aún con el tercer zarpazo, obra de Escobar tras buena jugada de Castel por la izquierda (0-3, 53’). Y en una falta lejana, otro. Herrera dispara, toca en un defensa malaguista y Dani no está acertado en la rectificación (0-4, 58’). Cada tiro era gol. En menos de diez minutos el Ibiza había sentenciado y había dado un sopapo al Málaga de los que hacen mucho daño.

Con el partido ya roto completamente, José Alberto dio entrada a Vadillo y Sekou por Kevin y Brandon. Pero las ocasiones se sucedían… en el bando visitante. Guerrero a punto estuvo de meter el quinto en una contra (68’), pero Dani sí estuvo atento esta vez al remate. Pero no estuvo en el quinto. Sí, la manita en el 79’ con un cabezazo en un córner obra de David Goldar ganándole el salto a Peybernes.

El desastre fue total, a la altura de la decepción. Visto lo visto, ni un final de mercado revolucionario podría cambiar a este Málaga. Pensar en permanencia parece el destino de un equipo que no puede ni sabe dar el salto de calidad. Un día negro en La Rosaleda, un día para olvidar.

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