Londres, Wembley, Robben, Ribéry... ¿Y si vuelve el mayor 'Klassiker'?

David Caravaca hace 1 mes 15.9k
El icónico 'Klassiker' de 2013. AFP

La victoria del Borussia Dortmund contra el Paris Saint-Germain en las semifinales de la Champions League abre las opciones de que se reedite 'Der Klassiker' de 2013. El escenario y el contexto serían los mismos: Wembley, Londres, en la final de la Champions League. Hasta repetirían algunos jugadores como Marco Reus, que deja el Signal Iduna Park este verano. ¿Logrará el Bayern de Múnich devolver el fútbol alemán a lo más alto o lo evitará el Real Madrid?

El grafista de la UEFA da otro sorbo al café. Entrecierra la vista y se acerca a la pantalla. ¿Por qué Blaszczykowski tiene que llamarse Blaszczykowski? ¿Por qué Schweinsteiger tiene que ser Schweinsteiger? El bosque de consonantes salpicado de vocales le ha costado ya 10 minutos de contemplación hacia los onces iniciales. No sería la mejor imagen para la Champions League que un apellido tape otro a minutos del arranque de la final de la competición.

Es 2013. 'Der Klassiker' se juega por la mayor gloria que conoce el fútbol de clubes. Los bávaros han alcanzado el escenario dejando atrás al Valencia, al Lille y al BATE Borisov en la fase de grupos. Después, han apeado al Arsenal, a la Juventus y al Barcelona. La dupla Robben-Ribéry vive su momento de mayor esplendor a la espera de verse las caras con el eterno rival nacional en Wembley, Londres. En derredor del estadio, un cartel enorme tacha la expresión 'El Clásico' y la sustituye por 'Der Klassiker'. El balompié germano está harto de tanta Eurocopa, Mundial y 'tiki-taka'. Llegó su momento.

El Borussia Dortmund, en su trayecto a la ciudad inglesa, ha escapado del Ajax, del Manchester City y del Real Madrid en la antesala a las rondas de KO. En los octavos de final, eliminó al Shakhtar Donetsk. En los cuartos, vio cómo alguien eliminaba al Málaga. En las semifinales, tocó enfrentarse de nuevo al Madrid, un transatlántico del Viejo Continente que tuvo que soportar a Robert Lewandowski mostrando cuatro dedos orgullosos.

Ya en suelo británico, a 25 de mayo de 2013, la pelota echa a rodar con nombres icónicos para el aficionado: Roman Weidenfeller, Lukasz Piszczek, Neven Subotic, Sven Bender, Jakub Blaszczykowski -"¿y si le pongo Jakub, a secas?"-, Dante Bonfim Costa Santos, Philipp Lahm, Bastian Schweinsteiger -"¿pero cómo le vas a poner Jakub? Que no queda tan mal, hombre"-, Javi Martínez, Mario Mandzukic... El grafista ya tiene el dibujo.

¿Y si aquel 'Klassiker' vuelve? El Borussia ha impactado a Europa eliminando a un remozado PSG, cuya inversión se ha dirigido hacia la juventud, que no al ahorro, en las semifinales de la presente temporada de Champions League. Edin Terzic apenas contaba con espacio en la conversación global de jóvenes entrenadores -Mikel Arteta, Xabi Alonso, Míchel Sánchez...- hasta que sorprendió a todos llevando a su equipo, con base en un rendimiento mejorable en lo doméstico, a la nómina de cuatro mejores del tablero continental.

Solo queda que el Bayern de Thomas Tuchel lo replique en unas condiciones curiosamente similares. El técnico alemán está despedido para verano por lo ocurrido en Liga y, con esta noticia ya certificada oficialmente por los despachos del Allianz Arena, sus ruedas de prensa se han convertido en su mayor divertimento. Cada vez que es preguntado por su continuidad, esboza una ligera sonrisa, un rictus que se presenta irónico, y dice que él no está de acuerdo con lo que muchos analizan. Será que su pizarra habla otro idioma.

El más sonoro de los posibles golpes sobre la mesa que podría dar para acallar a los críticos sería acceder a la final de la senda de la 'Orejona' para reeditar aquel 'Clásico' con el Dortmund. No solo causaría estupor en la gerencia bávara, sino en todo el deporte germano. Acabaría con la mística del Real Madrid, que, por supuesto, volvería más tarde o más temprano, y sacaría pecho por la calidad del fútbol de su país, que entiende, pero que no le entiende a él.

Esto, en paralelo a un probable boleto del Bayer Leverkusen para la pugna por la Europa League, abriría los ojos del planeta y los haría dirigirse a la Bundesliga. Quizá volvería aquel cartel con un tachón y una certeza. Quizá los despachos se echaran atrás y olvidaran el cambio que han prometido en su banquillo. ¿El obstáculo? El peor posible cuando acaba de sonar aquello de "ce sont les meilleures équipes...": once camisetas blancas.

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