Derrotados por inercia

Fran Navajas hace 5 años 7.1k
El Madrid volvió a caer ante el Barcelona. EFE

No fue un gran partido del Barcelona, pero al cuadro azulgrana le basta en los últimos años con muy poco para ganar en el Bernabéu. Volvió a hacerlo en un partido en el que el Madrid no estuvo fino y en el que volvió a agarrarse a un Vinicius con menos chispa y el mismo desacierto.

A escalar el Everest no se puede ir en chanclas y con cuatro cuerdas. Los límites los marca cada uno; las necesidades, también. El Madrid, necesitadísimo en Liga, completó un partido sin chicha ante el Barcelona. Como un pescado sin sal, un chiste sin gracia. No estuvo mal, pero tampoco estuvo bien. Al final, lo de casi siempre en los últimos años: otra derrota.

Y lo peor de todo, que cayó ante un Barça al que no le hizo falta aumentar las marchas. Le sirvió con contener, con tapar a Vinicius y jugar con el paso de los minutos. El brasileño volvió a ser luz, pero también sombra. Hace cosas muy buenas, fantásticas; pero en otras muestra todas sus carencias. Pese a todo, lo poco peligroso que tuvo el Madrid llegó de sus botas.

Tiene un problema Solari, señalado tras el doblete de 'Clásicos' y al que le queda exclusivamente la Champions como fórmula para mantener el cargo. Suena bien, pero su equipo anda perdido. No sabe definir el Madrid cómo jugar, y estamos en marzo. Unos quieren galopar, otros piden la pausa. Da la sensación de que cada futbolista juega a una cosa diferente.

Volvió Bale al once, dejó a Lucas en el banquillo posiblemente por el choque ante el Ajax. El galés fue un jugador del montón, nada de ser decisivo. No desbordó, apenas chutó y no ayudó a Carvajal en numerosas ocasiones. Por ahí olió sangre el Barça y tanto Jordi Alba como Dembélé hicieron de las suyas. Por el camino, en la primera parte, solo un par de escarceos de Vinicius y un par de sustos de Benzema y Varane.

Sí encontró premio el Barça por medio de Rakitic, que desarboló al Madrid y descompensó los ánimos de los de blanco. Como ejemplos, el manotazo de Ramos o el exceso de revoluciones de Reguilón, de nuevo solvente en ataque y defensa. Arriba, Benzema fue una isla. Un Piqué superlativo y un Lenglet casi perfecto le ganaron siempre la partida.

Por olvidarse, al Madrid se le ha olvidado hasta dónde está la épica. Era el clavo ardiendo en la segunda parte, pero no apareció. El Barça pudo sentenciar con un Messi que ni tuvo que apretar. Un mensaje claro de que a este Barça no le tiemblan las piernas en el Bernabéu. Murió el Madrid en ataque, peleando, faltaría más. Pero sin gol, sin chispa y sin boceto. La Champions vuelve a ser la última bala.

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