'Dinho', 'Ronnie', Ronaldinho... ¡felicidades!

Sabes que te estás haciendo mayor cuando Ronaldinho, uno de los mejores futbolistas que han visto tus ojos, cumple 38 años. El ex delantero lo hace metido en política, rodeado de polémicas... en todos los fregados, donde a él le gustaba estar.

Ya no puede ofrecer su magia nada más que a cuentagotas cuando los veteranos del Barcelona le requieren o cuando cualquier competición de fútbol sala en India le pide que se calce las zapatillas y deje unos detallitos.

Pero sus goles, sus regates imposibles y su fútbol imposible aún no se han borrado de la retina de los aficionados. Sin él, Messi nunca hubiera sido lo que es hoy. Principalmente, porque el Barcelona no sería lo que es hoy. Y también porque el argentino, a base de entrenar con él, supo afrontar el fútbol como uno de los mejores de la historia.

No le copió en sus gestos más técnicos, pero sí en ese fútbol tan desequilibrante que le hizo alcanzar la cima a mediados de la pasada década y que, desafortunadamente para todos los aficionados al fútbol, tan poco duró.

Ronaldinho alcanza los 38 años justo cuando se cumplen diez del último tanto anotado con el Barcelona, una chilena espectacular en el Calderón, que fue su último fogonazo en una temporada marcada por su abandono y aquellas carreritas para bajar peso en las rampas del Camp Nou.

Sólo él y Guardiola saben quién decidió que no continuara en el Barcelona cuando los 'culés' estaban a punto de alcanzar el cénit de su fútbol. Se fue al Milan, donde fue menos importante, pero pudo formar parte de otro equipazo con Ibrahimovic, Pato, Seedorf, Pirlo, Beckham... y volvió a disfrutar del fútbol en Brasil.

Su fútbol fue tan universal que, incluso jugando con kilos de más y más pendiente de lo que sucedía fuera del campo que de lo que ocurría dentro, dejó partidos históricos como el inolvidable 4-5 a aquel Santos de Neymar con un 'hat trick', o su último doblete, con Querétaro, en un 0-4 ante América en el que disputó menos de diez minutos.

Tres años ya desde que se apagó su fútbol de manera profesional. Pero no su legado. ¡Felicidades, Ronaldinho!