Tocado y camino de hundirse está el Deportivo de La Coruña. Su barco comienza a escorarse, y el Alavés le acaba de expulsar de una patada de su bote salvavidas. Tres puntos de oro para el Alavés, durísima derrota para los gallegos.
Este Alavés es otro. Abelardo le ha cambiado completamente la cara al 'Glorioso'. Ha pasado de ser un equipo gris que no jugaba a nada y al que la suerte no acompañaba, a ser un equipo con algo de color, pero que al menos gana y da alegrías a los suyos.
Mendizorroza no fue testigo de un gran partido, pero el Alavés se terminó llevando la victoria más por demérito del rival que por su propio acierto.
El Alavés quiso durante más tiempo ganar. No se conformó en ningún momento con el empate, y en cuanto se puso por delante en el marcador, gestionó a las mil maravillas la ventaja.
Por contra, el Deportivo de La Coruña fue un equipo sin alma. Durante gran parte del primer tiempo se limitó a aguantar uno tras otro los envites del Alavés, aprovechando únicamente los errores del rival para generar peligro.
Muestra de cómo comenzó el partido el Alavés fue el tiro al palo que protagonizó Rubén Duarte cuando apenas llevábamos cuatro minutos de partido. El Dépor se quedó helado y no reaccionó hasta cinco minutos después.
Así transcurrió el partido hasta aproximadamente la primera media hora de juego, cuando el Alavés levantó un poco el pie, quizá cansado de no encontrar recompensa con sus esfuerzos, y el Deportivo empezó a jugar.
Tuvo una clarísima ocasión Zakaria Bakkali minutos antes, pero la madera escupió su buen disparo. El Dépor había encontrado, sin darse cuenta aún, el punto débil del Alavés.
Encontró una mina en el mal posicionamiento defensivo del Alavés, pero no supo aprovecharlo, y Abelardo lo corrigió de inmediato. El Dépor tuvo dos jugadas casi consecutivas calcadas: recibía Adrián en la media punta completamente solo, y cuando le llegaba la marca, era por duplicado, dejando solo a Bakkali, Lucas o Andone.
Tapada esa vía de agua, el partido se empantanó, y hubo que esperar a la recta final para que llegase algo de peligro de nuevo. Fue una falta al borde del área del Dépor que desaprovechó Ibai, propiciando un contragolpe para los gallegos que tampoco tuvo premio.
Tras el descanso, más de lo mismo. Por un momento pareció que se iba a repetir el arranque del primer tiempo, con el Alavés moviendo el balón y proponiendo fútbol, y con el Dépor a la expectativa, pero no.
Fue un calco de los últimos minutos de la primera mitad, con fútbol denso, con numerosos errores y sin ritmo. Poco a poco entró en calor el Alavés y entonces sí, entonces llegó el gol.
Munir recibió en la frontal, amagó para quitarse de encima a su marcador, encontró el hueco y le pegó con una parábola imparable para Rubén. Golazo que, quien sabe, quizá valga la permanencia.
El gol dejó tocado al Dépor, con la moral por los suelos. Movió el banquillo Seedorf, pero lo único que logró fue taponar un poco la sangría que estaba siendo su banda izquierda.
A punto estuvo de llegar el 2-0 también con un disparo lejano, éste de Ibai, pero la madera de nuevo lo impidió. El tercer tiro al palo del partido.
El partido agonizaba, el Dépor se ponía nervioso, y el ritmo se paró por completo. Al Alavés se le da fenomental desde que está Abelardo gestionar las ventajas, y el cuadro gallego lo probó de buena tinta.
No hubo tiempo para más. El Alavés da un paso más hacia una salvación que cada vez parece más probable, mientras que el Dépor se hunde un poco más. La permanencia es una tablón muy pequeño, y no caben todos.