Míchel parece sentenciado ante la impotencia de un equipo blanquiazul que quedó reflejada en la expulsión de Recio a pocos minutos del final. Al Leganés le bastó con ser paciente y esperar su oportunidad. El Málaga, superado por sus propias adversidades.
Las excusas, como los entrenadores, no suelen durar demasiado. Pero destituyan a Míchel o no, lo del Málaga no pinta bien. El equipo está superado por las circunstancias, se desinfla ante la más mínima adversidad y a un simplón Leganés le bastó con ser paciente para llevarse los tres puntos y buena parte de la esperanza de La Rosaleda. Las buenas intenciones del inicio se quedaron en eso. Un remate al palo de Rolan fue lo mejor que propuso un Málaga al que los minutos le fueron comiendo la moral.
Los minutos y Amrabat. El marroquí fue desmontando a Baysse por fascículos, y hasta tuvo la bondad de perdonarle la segunda amarilla tras una falta clamorosa en la que prefirió seguir jugando a tirarse. No quiso hacer más sangre ante su ex equipo, que sigue a la deriva y cada vez más lejos de la costa.
El bote salvavidas del Leganés se escapó como se le viene escapando todo a este Málaga, por errores propios. Movió el árboi Míchel en busca de soluciones con el once inicial, pero la lesión de Kuzmanovic en el calentamiento fue el presagio del drama que se venía por delante. Entró Rolón, junto a Peñaranda y Juanpi. Más toque, último pase y velocidad.
Cambios, pero ningún antídoto para el problema mental que arrastra el Málaga. Mula le pone ganas, pero la situación exige hombres y sigue teniendo fallos de niño. Normales a su edad. Ya no hay Dudas o Weligton a los que agarrarse. Y Recio se calienta tanto que acaba quemando el brazalete, como hizo con su expulsión. No estará en Barcelona, donde la papeleta promete ser seria, y encima se queda con cuatro amarillas.
Si el capitán no templa, el barco se hunde. Y así va el Málaga. Con Míchel sin bula ni soluciones, a Husillos se le plantean decisiones importantes sin tiempo casi para acomodarse. La defensa fue un flan que se desmoronó en la segunda parte. No suele acompañar la suerte en escenarios así y el gol de Gabriel llegó en fuera de juego.
Ahí dijo adiós el Málaga, que se borró del partido inutilizado por la presión y por su falta de recursos. El equipo se bloqueó por completo e hizo más méritos para encajar el segundo que para empatar. Rolan era una isla y se le veía correr desesperado por el campo. Como a Peñaranda.
Entonces Szymanowski terminó de desnudar a Baysse, retratado en velocidad ante el argentino, que batió a Roberto tras una carrera de 40 metros sin oposición. No recordará el Leganés un triunfo tan cómodo a domicilio. Aunque el Málaga si saborea el agrio recuerdo de aquella 05-06 en la que se bajó a Segunda. Los pitos al equipo, al presidente y el desazón generalizado tras ver como se ha sumado un punto en ocho jornadas. Y no hay excusas que duren tanto...