El Milan toca suelo tres años después

Fernando N. hace 1 año 2.5k
El Milan toca suelo tres años después. AFP

La estrepitosa derrota del Milan por 4-0 en el campo de la Lazio simboliza el fin de un ciclo de ensueño, que le ha valido al conjunto ‘rossonero’ el esperado regreso a la Champions y el 19º ‘Scudetto’ de su historia.

23 de diciembre de 2019. La Atalanta goleó por 5-0 al Milan en uno de los días más negros de la historia del 'diavolo'. Su temporada parece acabada antes incluso de comerse el panetone, con un Pioli que no había convencido en sus dos primeros meses y una plantilla desmotivada y fuera de nivel.

Ese día, flagrantemente reeditado 37 meses más tarde, comenzó la resurrección del Milan de la mano del propio Pioli y de Ibrahimovic, que firmó unos días después. Esa temporada, los 'rossoneri' conquistaron una clasificación a Europa que en diciembre se atisbaba remota; la siguiente, se metieron en la Champions ocho años después; y la siguiente, alzaron el 'Scudetto' a pesar de no entrar entre los favoritos.

El fascinante equipo dirigido por el otrora discutido Stefano Pioli conquistó a todos merced a un juego espléndido y una plantilla joven y con proyección. Pero eso ha cambiado: el brillo del Milan ha dejado paso a un color grisáceo, y los logros deportivos han convertido a los jóvenes en adultos.

El término anglosajón 'to overperform' no consta de una traducción precisa al español. Se puede definir como rendir por encima de las capacidades propias, ofreciendo una prestación que, por lógica, se terminará ajustando al nivel establecido anteriormente. Eso le ha ocurrido a un Milan que, a falta de estrellas, debe su éxito al jugo que Pioli ha exprimido de sus futbolistas.

Ese fue uno de los errores graves de Paolo Maldini y Frederic Massara, responsables del área deportiva, en el mercado estival. Los directivos decidieron no reforzar su plantilla en términos globales, sino que apostaron por la proyección tal y como habían venido haciendo en los últimos años.

La mayor parte de su presupuesto se invirtió en Charles de Ketelaere, que se ha mostrado muy verde e incluso ha perdido la titularidad. Llegaron también Malick Thiaw (21), Aster Vranckx (20) y Yacine Adli (22), pero ninguno de ellos parece gozar de la confianza de Pioli. El once tipo no ha variado respecto a la última temporada, salvo la obligada ausencia de Kessié y la consecuente entrada de Bennacer.

Stefano Pioli, admirado hace no tantos meses, se encuentra ahora en el centro de la diana. En Italia se le acusa de excesivamente conservador, de «querer morir con sus ideas» cueste lo que cueste. Su módulo no ha cambiado en los últimos tres años y medio, salvo una saltuaria defensa de tres puesta en escena algunas semanas atrás.

En otros tiempos, Pioli ganaba con solvencia las batallas tácticas. Ahora, las pierde con estrépito. Perdió ante Inzaghi en la final de la Supercoppa, y perdió ante Sarri la noche del martes. El dinámico juego del Milan, calificado de moderno y adaptado al nuevo fútbol europeo, se ha tornado en apatía y asepsia.

No obstante, a Pioli le puede excusar el deficiente nivel de la plantilla. El portero Ciprian Tatarusanu, titular ante la prolongada lesión de Maignan, concentra gran parte de las críticas. Pero no se trata de un caso aislado. Apenas existen recambios de calidad en la plantilla. Pioli se ve en un grave aprieto a la hora de voltear los partidos con sus cambios, pues otro de los fichajes con más expectativas, Divock Origi, está defraudando con creces. Esto, añadido a los jugadores campeones de liga cuyo rendimiento ha mermado, no ofrece sensaciones de vigente campeón.

Esta es una de las motivaciones que han llevado al Milan a negociar el fichaje de Nicolò Zaniolo. Está por ver si la incorporación del extremo de la Roma se materializa, o bien se convierte en humo, como ya ocurrió en verano con los cortejados Renato Sanches y Sven Botman, de quienes hoy muchos se acuerdan.

La crisis del Milan, que le deja casi fuera de la pelea por la liga al término de la primera vuelta, no identifica a un único culpable. Se trata de una tormenta perfecta que acaba con el ciclo alcista de los 'rossoneri', iniciado con el fatídico 'k.o.' en Bérgamo previo a las Navidades de 2019. Ahora, tres años después, el Milan necesita reinventarse para no regresar a los parajes oscuros de la década pasada.

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