Nada de nada. Una ambición similar a la de un equipo que se juega el descenso en abril. Así se mostraron Osasuna y Eibar en una cita sin goles que tuvo lugar en El Sadar, donde los pupilos de Jagoba Arrasate tenían la oportunidad de sumar su decimoctava victoria consecutiva en Liga.
El partido fue un quiero y no puedo. Después de una primera jornada con resultados desafortunados para los armeros y excelentes para los navarros, este duelo del norte se afrontaba con ilusión por batir a un nuevo rival por la permanencia.
Los jugadores de Mendilibar, que no pudieron sacar nada positivo en Son Moix, comenzaron con una marcha más o, al menos, con una mayor intención a la hora de mirar la portería rival.
Sin embargo, se trataba de algo anecdótico, pues el Eibar solo llegaba mediantes balones colgados al área, la mayoría de ellos desde los pies de Orellana. Aridane, en la zaga rojilla, estuvo intratable.
Todo el ímpetu que le faltaban a algunos jugadores, lo tenía Chimy Ávila. Tanto es así que, tras sendos saltos y codazos en el aire, estuvo a punto de jugarse su continuidad en el campo el '9' de Osasuna.
Moncayola amenazó con un disparo lejano y el empate sin goles se mantendría al descanso. A los diez minutos tras la reanudación, Chimy Ávila remató un gran envío del debutante Cardona que solo pudo parar una mano prodigiosa de Dmitrovic.
Se abrió un poco el partido y Sergi Enrich estuvo cerca de cazar el pase interior de De Blasis. Rubén Martínez sacó los pies para evitar que se envenara ese envío. El Eibar empezó a creer en el triunfo.
Cabe subrayar, además, las altas temperaturas que tuvieron que afrontar los jugadores en Pamplona. Un ambiente que influyó en el desplome del ruido en El Sadar y en el ritmo del encuentro.
Charles y Pedro León salieron para dar algo de empaque al ataque armero, y Kike García casi aprovecha un centro raso del extremo murciano. El Eibar rozó la victoria en un partido para olvidar.