Se espera un interesante derbi aragonés con tendencias cambiadas: los maños iban 21 puntos por debajo de su gran rival hace sólo mes y medio y, de ganarles, se pueden poner a sólo tres, aunque con un encuentro más.
La de esta temporada está siendo una de las más emocionantes que se recuerdan en la categoría de plata. Su duración y peculiar formato, con los 'play off' de ascenso, no permiten dar cosas por sentadas. Ahí está por ejemplo el Córdoba, que parecía desahuciado hace unas semanas y ahora su llama de la esperanza tiene sentido. Pero nada como el derbi aragonés para ejemplificarlo.
El aficionado de La Romareda sumaba otro año de cabreo, viendo a su equipo cai arrastrarse por la categoría de plata, más cerca de Segunda B que de Primera. Y, para colmo, su archienemigo estaba saliéndose, alfombrando un histórico ascenso a la élite. Hasta que las meigas o, simplemente, lo bonito que es el fútbol, invirtieron las tendencias.
El pasado 11 de febrero, propulsado por su inercia ganadora, el equipo oscense logró ponerse con 21 puntos de colchón. Quién lo hubiera dicho a día de hoy, donde el reinado de Aragón vuelve a estar en juego.
Desde ese momento han transcurrido siete jornadas. Componer la clasificación desde entonces confirma todo: el Zaragoza sería segundo, con 18 de 21 puntos ganados, mientras que el Huesca figuraría como colista, con sólo tres puntos y ninguna victoria, aunque bien es cierto que con ese encuentro ante el Albacete aplazado.
La historia juega en casa
Históricamente, el dominio fue cosa de los blanquillos. Mientras el Huesca nunca ha jugado en Primera, desde los 'cinco magníficos' hasta el Zaragoza europeo de Víctor Fernández, pasando por el histórico tanto de Nayim a Seaman, el recorrido maño ha sido más feliz. Y cuando parecían cambiar las tornas, en el duelo de este sábado la hegemonía volverá a estar en juego.
En un derbi cuya génesis algunas fuentes incluso datan de hace 2.000 años, de la época celtíbera, las pulsiones volverán a tener la intensidad que parecía haber perdido.