Héroe, desertor: la historia tras el gol más famoso de la RDA

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Jürgen Sparwasser anotó el gol más memorable de la RDA, precisamente a la RFA. Bundesarchiv

El nombre de Jürgen Sparwasser va adjunto al histórico triunfo de la RDA ante la RFA, en el único enfrentamiento entre las dos Alemanias, la comunista y la capitalista, en la historia de los Mundiales. Lo que no es tan conocido es lo que le deparó la vida al protagonista de aquel encuentro.

Era el año 1974. Alemania organizaba su primer Mundial para terminar de reconciliarse con el mundo tras lo ocurrido tres décadas atrás, y el azar quiso que los dos países hermanos y rivales quedasen encuadrados en el mismo grupo en la primera fase.

Por un lado, la Alemania Federal, la occidental, la capitalista; por el otro, la Democrática, la oriental, la comunista. Ideologías políticas y económicas enfrentadas. Y, para colmo, se jugaban el primer puesto en la última jornada...

La Alemania Federal era la favorita. La inexistencia de fútbol profesional como tal en su vecina y hermana (al menos, no al nivel de la Europa Occidental), además del hecho de jugar en casa (pese a que el apoyo a la RDA en las gradas fue notable, contrario a lo que se suele decir), daba pocas opciones a la 'otra Alemania'.

Pero la RFA ya había asegurado su clasificación a la siguente ronda con sus triunfos ante Chile y Australia, por lo que sesteó y se confió ante sus vecinos, y lo pagó con una derrota histórica.

La RDA venció gracias a un gol de Jürgen Sparwasser en el minuto 77. Un gol, una derrota que supuso un mazazo para los Beckenbauer, Vogts, Breitner, Müller o Hoeness. Una derrota que, a la postre, les haría reaccionar y evitaría nuevos tropiezos hasta hacerse con el trofeo.

La andadura de la Alemania Democrática en aquel Mundial no dio mucho más de sí. En segunda ronda cayeron en un grupo formado por Holanda, Brasil y Argentina, y no pudieron seguir adelante, quedando terceros por delante únicamente de la 'Albiceleste', con la que empataron a uno y a la que superaron por el 'gol average' (las derrotas contra Brasil y Holanda no fueron tan abultadas como las de sus rivales).

Pero poco importó. La RDA había logrado clasificarse para su primer Mundial, no había sido eliminada a las primeras de cambio y, además, había logrado vencer a la RFA gracias al histórico gol de Sparwasser. Terminó el torneo en sexta posición.

Para hacernos una idea de la gesta, la RDA no logró clasificarse para ninguno de los cuatro Mundiales previos, ni para ninguno de los cuatro siguientes, hasta la reunificación en 1990. Tampoco se logró clasificar para ninguna Eurocopa.

Sparwasser, bronce en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, fue, por un tiempo, un héroe nacional. Pero no le cambió la vida. Jürgen parecía esperar que aquel gol le 'jubilase', pero no fue así.

No tardó en caer en el olvido, y se sintió muy decepcionado con su país. Hasta el punto de, en 1988, aprovechando un partido de veteranos del Magdeburg, su equipo de toda la vida en el este, en la Alemania Federal, escaparse para no volver.

Desertó. El otrora héroe de la RDA había desertado a la Alemania capitalista en 1988. Un año después se abría el Muro de Berlín y en 1990 las dos Alemanias volvían a ser una, después de que la Federal fagocitase sin contemplaciones a la Democrática.

Fue una 'fuga' breve, de apenas un par de años, tras la que pudo volver a su hogar en el este de Alemania.

Durante ese tiempo 'en el exilio', Sparwasser dio el salto a los banquillos, con escaso éxito. Fue técnico ayudante en el Eintracht de Frankfurt entre 1988 y 1989, para luego dirigir al Darmstadt 98 entre 1990 y 1991 en la 2.Liga (y bajó por el descenso administrativo del Rot-Weiss Essen).

Siguió pululando por los banquillos del fútbol semiprofesional alemán hasta que se convirtió en 1997 en el presidente de la Asociación de Futbolistas. Dos años después se convirtió en agente de jugadores.

Se dice que Jürgen Sparwasser nunca quiso convertirse en un títere propagandístico de la maquinaria de la RDA. Quizá la RDA nunca quiso convertirle en tal, ni siquiera pretendiera recompensarle por haber hecho lo que se esperaba de él.

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