Perdió en Suiza su instinto asesino y su capacidad demoledora para mostrar una cara desconocida hasta el momento. El Young Boys, merced al doblete de Hoarau, logró la primera victoria de su historia en la Champions. Dybala puso emoción y Cristiano le chafó un golazo en el último ataque.
Las primeras vueltas en la carrera de la Champions tienen a la Juve como uno de los favoritos al título. Dice la experiencia que de nada vale todo esto si cerca de la meta se flaquea. Apareció el primer talón de Aquiles de un equipo que parecía indestructible por ahora. Con el atenuante de estar clasificado y el asterisco de su mala actitud.
El enfado por lo ocurrido en Suiza apenas se dibujaba en los rostros de Cristiano, desesperado sin el gol, y de Allegri, incapaz de reconocer a los suyos. Una moraleja así, como la del Madrid ante el CSKA, siempre es mejor.
Porque la Juventus, pese a la derrota, pasó como primera de grupo. El United también se tomó unas vacaciones de responsabilidad en Mestalla y eso acolchó la derrota.
Tan solo Dybala representó bien el escudo de las estrellas que lleva en ese pecho. Marcó un buen gol para recortar distancias y anotó otro mejor que Cristiano Ronaldo se encargó de chafar. El obús del argentino entró a lo grande, pero el luso, en posición adelantada, intentó cabecear y ello le hizo intervenir en la acción. Torpeza del portugués.
Allegri introdujo cambios y los italianos dieron por hecho que su calidad les iba a valer para vencer o, como mínimo, empatar para no tener que mirar a Mestalla. El fútbol, tan aleccionador, puso a los voluntariosos en la cima y a los sobrados en el lodo.
Tuvo sus ocasiones, y la madera le negó un par de tantos. Pero aterrizar tarde en el encuentro hizo que el reloj le comiera la tostada.
Los 'chicos jóvenes' llegaban desahuciados y se marcharon más que sonrientes. Fue su primer triunfo en la historia de la Liga de Campeones. Y qué triunfo. Con fe, contundencia y un Hoarau afilado que incluso rozó el 'hat trick' con una chilena.
Lo festejaron como si hubieran ganado la Champions, y no era para menos. La Juventus se marchó con un disparo de flecha que no le mató ni le desangró. Pero que le recuerda que los deberes hay que hacerlos en todos los campos.