Los goles de McAuley y McGinn le dieron un triunfo histórico al conjunto de O'Neill, que supo aprovechar el mal encuentro de los ucranianos para dar un paso de gigante hacia los octavos de final.
La Eurocopa vivió en Lyon una de la mayores sorpresas de lo que va de torneo, después de que Irlanda del Norte pasara por encima de una desconocida Ucrania, que dejó entrever serios problemas en el seno del vestuario.
El cuadro de Fomenko fue un mero espejismo, nada que ver con el equipo que llegó a poner contra las cuerdas a la imponente Alemania hace unos días.
Ese encuentro hace que la sorpresa sea mayor. Tras una primera hora infumable, Irlanda del Norte fue creyéndose sus opciones en un partido marcado por la intensa lluvia que caía sobre Lyon.
La tormenta se fue intensificando y los norirlandeses, con mayoría en la grada, empezaron a sentirse como en casa. Con el 'Will Grigg is on fire' de fondo, McAuley remató a placer una buena falta sacada desde un costado.
Nadie de Ucrania le inquietó, casi le invitaron a marcar el 0-1 y este grupo no estaba para desaprovechar ese tipo de oportunidades.
El gol precedió al parón por la intensa granizada que caía sobre un Stade de Lyon que empezaba a llenarse de cubitos de hielo.
En los últimos minutos, más que apretar a Ucrania, los nervios hicieron que Irlanda del Norte se viniera atrás. Pero nunca se dejó sentir la sensación de peligro por parte de los ucranianos.
Konoplyanka era una isla y una máquina de perder balones. Sin referencia ofensiva, ni en punta, ni en la medular, Ucrania naufragaba ante un equipo que no firmó ni el 50% de pases completados.
Para más inri, McGinn completó la machada en el descuento, aprovechando un mal despeje de Pyatov. Irlanda del Norte sigue soñando en su regreso a una Eurocopa. Todo gracias a una Ucrania que tiene todas las papeletas para irse a casa la semana que viene.