Durante su etapa en la Roma, José Mourinho pareció cambiar. Se centró un poco más de lo habitual en el cuidado de los canteranos, transformó su imagen en las redes sociales a una más cercana y amable y... no le sirvió para mantenerse a largo plazo. El Olímpico le despidió en, probablemente, uno de los finales que más le hayan dolido en su carrera, pues daba la sensación de que tenía planes a largo plazo en Italia.
Ahora, vive sus primeras semanas al mando del Fenerbahçe, con el que ha vuelto a ser o, al menos, a recordar el que era. En su debut en la Liga Turca, ganó bastante espacio en las redes sociales por un enfado con el árbitro al poco del comienzo del partido. En el plano europeo, ya está al límite. Perdió la ida de la fase definitiva de clasificación a la Champions League contra el Lille y, delante de sus aficionados, tiene que remontar.
Los 'dogues' se impusieron en Francia gracias a un gol de Oosterwolde en propia puerta y a uno de Edon Zhegrova en el tiempo de descuento. La ventaja es mínima y el apoyo de las gradas se presenta crucial para dejar fuera a los galos, que son los segundos rivales de 'The Special One' en el tablero continental después de apear al Lugano con bastantes más inconvenientes de los que los pronósticos anticipaban.
En el apartado doméstico, Mourinho celebró una victoria por la mínima ante el Adana Demirspor que, probablemente, no le habrá importado demasiado. Cuando todavía no había firmado su contrato con el Fenerbahçe, ya anticipaba, en 'Sky Sports', que su objetivo principal era acceder a la Champions League. En Roma, demostró, como en los inicios de su trayectoria, que puede marcar la diferencia en las competiciones de la UEFA. También que lo hace cuando está entre la espada y la pared.