Jürgen Norbert Klopp (Suttgart, Alemania 16-06-1967) llegó al barrio de Merseyside el día 8 de octubre de 2015. Llevaba camisa y chaqueta de traje negros con unos vaqueros azules, aunque en cuanto se puso el chándal no volvió a cambiar de 'look'. Nueve años después se despide con él puesto, con su pelo rubio alborotado, su frente más marcada y alguna cana más en la barba. Este 19 de mayo primaveral será su última reunión con la gente que se ha desvivido por él, igual que él se desvivió por ella.
El de Stuttgart se ha pasado la semana dando vueltas por Anfield. Las redes le han captado de aquí para allá, observando cada esquina, solitario y contemplativo. Como el ex que camina taciturno y encuentra la primera vez de todo a cada paso que da. El lugar del primer encuentro, el primer beso, el primer te quiero. Lo suyo con Liverpool ha sido una relación intensa, viva, de disfrute. Pero a veces, el amor de tu vida no es el que se queda para siempre.
Su primer partido en Londres, un justo empate a cero con el Tottenham de Mauricio Pochettino. Su primera noche en el coliseo 'red', un frío partido de Europa League contra el Rubin Kazán ruso. El primer gol que celebró ante su parroquia, el 1-1 de Emre Can de aquel mismo día. El primer 'You'll Never Walk Alone', el primer cariño de The Kop. Las primeras carcajadas con la velocidad de Sadio Mané, la omnipotencia de Mohamed Salah y la inteligencia de Roberto Firmino. El más que trabajado primer título, la Champions League de 2019. Recuerdos que ahora rondan la mente de un tipo que de memoria siempre fue sobrado.
Durante estos últimos días, Klopp sacó hueco para fotografiarse con todos los trabajadores que han compartido jornada con él. Posó en un sector de la grada de Anfield, de pie sobre una escalera en la que le escoltaban los ocho trofeos que ha ganado, aunque como indican sus palabras, lo más grande que se lleva es la compañía. "Una década da para mucho, pero no voy a olvidarme de un solo día. He conocido a la mejor gente que he conocido nunca y en el mejor club que podría haber imaginado", dijo este viernes en la que era su última rueda de prensa previa.
En esta conferencia, el alemán tuvo gestos para todo su cuerpo técnico, que ahora se fragmenta para buscar un futuro mientras él sencillamente vive la vida, seguramente entre Liverpool y Mallorca, una tierra que le tiene encandilado. También se acordó de dos futbolistas que acaban contrato y estarán como él de despedida. "Thiago es un jugador de clase mundial. En otro universo me hubiera gustado ver su carrera sin lesiones, puede hacer cosas que nunca pensé que serían posibles", dijo del español. Y se volcó con uno de sus capitanes, quien le acompaña desde su primer mercado veraniego: "¿Conocéis algún fichaje libre mejor que el de Joel (Matip)? Es un tipo maravilloso y encantador. Quien se lo lleve será un club muy afortunado".
Desde el primero y hasta el último día, Jürgen Klopp ha sido siempre un caballero con los que le han llevado hasta arriba. Ahora son Matip o Thiago, pero hace un año fue con futbolistas como James Milner o Jordan Henderson. "Puso el listón alto y se aseguró de que todos lo cumplían. Hubo problemas que no llegaron a mi despacho porque él los había resuelto antes", recordó en su momento sobre el liderazgo de 'Millie'. "Se le valorará adecuadamente una vez se vaya. En el futuro se darán cuenta de que era el capitán de nuestro equipo más exitoso", reivindicó acerca del '14' tras marcharse a Arabia Saudí. Tampoco se puede obviar su adiós al hombre de las remontadas, Divock Origi: "Siempre será para mí una leyenda del Liverpool, uno de los jugadores más importantes que he tenido. Suena extraño por los partidos que ha jugado, pero ha sido un placer trabajar con él".
Al final, todos ellos son su gente. La que convierte algo institucional e indefinido como un club en algo tangible y cercano, en un lugar donde vivir el día a día. El espectáculo deshumaniza, transforma seres humanos en superhéroes o villanos de película entre toneladas de efectos especiales. Pero debajo del teatro futbolero y el circo mediático hay personas como Jürgen Klopp que sencillamente tratan de ser ellos, hacer su trabajo y disfrutarlo. Si le apodan 'The Normal One' es por algo. El desgaste de ese lado farandulero es parte de lo que le lleva a decir "hasta aquí", cargar pilas y ver los días pasar lejos del foco. Aún le quedaban dos años más de contrato, pero prefirió ser honesto y parar.
Lo deportivo tampoco fue un camino lineal, pero ante las decepciones Klopp siempre resistió con su sonrisa abierta y su puño en alto, dispuesto a levantarse una vez más. Recordemos que su primer trofeo tardó cuatro años en llegar y su primera final, la Europa League 2015-16, la perdió ante un Sevilla que remontó en Basilea. Aun así, sus ideas eran lo suficientemente fuertes como para resistir la presión por ganar. Hoy prefiere regocijarse con lo que fue y no lamentarse por lo que no fue: "Sé que pudimos ganar más, pero no puedo cambiarlo. También podríamos haber ganado menos. No ser campeón por un punto no es una experiencia agradable precisamente, pero es una experiencia. Estaría descontento si pensara que pude hacer más. ¿Otro lo habría hecho mejor? Quizás, pero yo no y por eso estoy tranquilo".
El Liverpool de Klopp perdió dos finales de Champions y firmó dos de los subcampeonatos con más puntos en la historia de las grandes ligas. 97 en 2019, 92 en 2022. Real Madrid en Europa y Manchester City en Inglaterra canibalizaron a sus rivales en sus etapas de mayor dominio. Pero con él en el banquillo, la institución 'red' salió de una de las etapas más duras de su era moderna y volvió a ser el gigante que es por palmarés. Ganó su primera Premier League desde la refundación del campeonato, aunque la espina es que la pandemia impidió celebrarla como está mandado con la afición 'red'. También una Liga de Campeones, una Supercopa de la UEFA, un Mundial de Clubes, una FA Cup, una Community Shield y dos Copas de la Liga. La última, el pasado mes de febrero en la que para él fue su "final favorita".
Aquel 25 de febrero se cumplían 30 días desde que comunicó su adiós, así que consciente de que podía ser el último, dijo el germano que disfrutaron ese título a conciencia: "Fue la mejor noche de nuestras vidas, me encantó. Fue increíble ver el brillo en los ojos de los jóvenes, también en los de Virgil (Van Dijk), nuestro líder, porque era como si hubiera ganado su primer trofeo. Nunca me olvidaré". Las bajas y unas fatídicas semanas de resultados adversos impidieron que se repitiera la fiesta, cayendo el Liverpool eliminado en cuartos de FA Cup y en cuartos de Europa League. A eso se sumó la derrota en el derbi de Merseyside ante el Everton que terminó de descalificar a los 'reds' de la lucha por la Premier League.
Puede que en este epílogo haya quedado algún borrón o que a alguno no le parezca un cierre a la altura de la leyenda. Al final, lo que quedan son estos casi nueve años y 491 partidos de fútbol vertiginoso, emociones, romances, desengaños, caídas y triunfos. Este domingo, con los Wolves como testigo, se despide de su gente un tipo normal, humano y sentido que marcó a todos por ser él mismo. La autenticidad es el mayor legado que deja Jürgen Klopp. Se ha ganado volver cuando él quiera.