La celebración de Mourinho que enfadó a Balaídos
José Mourinho empezó con buen pie la eliminatoria. Parecía haber venido a Vigo más tranquilo, más maduro, pero el personaje le devoró en el momento más inoportuno.
Cuando mejor estaba el Celta, cuando más negro lo veía el United, falta y gol. Y Mourinho estalló de alegría. Saltó todo el banquillo, pero destacó la celebración de Mourinho.
Carrerita puños en alto, ese gesto que tanto ha criticado en el pasado. Hsata ahí, todo en orden, echarle eso en cara a alguien es de mediocres y cretinos.
Pero tuvo que hacerlo. Alzó la vista, miró a la grada, y se echó la mano tras la oreja. ¿Estaba provocando a Balaídos? Lo más lógico es que estuviese pidiendo más ruido a los aficionados ingleses desplazados a Vigo.
Sin embargo, lo que queda es el gesto, la mirada, la carrera puños en alto. Mourinho se había pasado todo el partido dándole la tabarra al cuarto árbitro, santo varón que hoy se ha ganado el cielo, y sus protestas sin castigo provocaron ciertos silbidos hacia su persona.
Sea lo que fuese, un desafío a la grada, o un gesto para los suyos, fue inapropiado, por lo malinterpretable de la situación. Había entrado con el pie derecho, pero Mourinho sigue siendo Mourinho aunque se vista de cordero.