La crónica del Bulgaria-Inglaterra que no queríamos contar

David Caravaca hace 4 años 10.6k
Algunos aficionados realizaron saludos nazis. AFP

Inglaterra goleó a Bulgaria lejos de casa, esa es una crónica, pero hay otra que nunca queremos contar. Se trata del relato de qué pasó en la trastienda del encuentro. Todos los detalles y porqués de la polémica racista que sacudió no solo a este partido, sino al fútbol en general.

Lo primero que hay que dejar claro es que todas las acciones que se describen a continuación fueron provocadas por un sector del estadio, no este en su totalidad. Hubo una gran mayoría, también de fans ingleses, que se comportaron correctamente y disfrutaron del espectáculo.

El problema comenzó alrededor del minuto 30 del duelo, cuando los futbolistas advirtieron que estaban teniendo lugar cánticos racistas en las gradas. La primera detención del duelo debido a este motivo fue tras recibir Sterling una dura entrada de Zanev.

El colegiado detuvo el evento sin pensárselo dos veces e indicó a los responsables que emitieran un comunicado por megafonía condenando la situación. También se avisó de que, en caso de seguir escuchándose tan lamentables insultos, se suspendería el partido.

Los jugadores ingleses estuvieron un buen rato conversando con el árbitro. Estaban dispuestos, como ya se supo tiempo antes de que llegara la fecha del compromiso, a irse del terreno de juego si lo veían necesario. A veces, las malas hierbas hay que arrancarlas de raíz.

Southgate también estuvo muy activo quejándose de la tesitura por la que estaban pasando sus pupilos. Discutó con el 'trencilla' largo y tendido y estuvo atento desde el banquillo para señalarle cualquier salida de tono que se produjera en los mismos términos.

¿Y mientras? ¿Qué estaba pasando en las gradas? Las imágenes que se pudieron captar mostraron cómo esta minoría que soliviantó los altercados se expresaba con gestos racistas y fascistas. Llegaron a verse varios saludos nazis entre los asientos.

Se reanudó el partido y Barkley tardó poco en marcar otro gol para los visitantes. No hubo celebración. Los deportistas no estaban cómodos y se notaba. El racismo había manchado el terreno de juego y solo empezó a mejorar la cosa cuando los indeseables se marcharon.

Fue por iniciativa propia. Ningún aviso de megafonía les instó a marcharse. Ellos decidieron irse, probablemente para evitar males mayores: el resto de los aficionados estaba reprochándoles su comportamiento constantemente y acabaron abandonando.

Entonces llegó el descanso, cuando Popov, capitán de Bulgaria, rechazó irse al vestuario. Se quedó en el campo para acercarse a los hinchas y pedirles que cejaran en su empeño de manchar la jornada. Las personas a las que se acercó escucharon con atención.

Una vez reanudado el enfrentamiento, el '10' se acercó al colegiado para explicarle la situación: no habría más cánticos racistas. Los que los entonaron en la primera mitad ya habían abandonado el estadio y no volverían a causar problemas en el transcurso del choque.

Afortunadamente para todos, fue verdad y el público estuvo más silencioso y respetuoso en el tramo final del duelo. De hecho, fueron los aficionados de Inglaterra los que se hicieron notar con canciones y celebraciones al buen hacer de los suyos.

Así fue como, a pesar de las disputas, las discusiones, los malos rollos y los amagos constantes de suspender el evento, todo quedó en un suceso lamentable que olvidar cuya estela se espera poder eliminar pronto. Ni la UEFA ni la FIFA se han pronunciado aún, pero puede que haya sanciones.

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