¿Creía saberlo todo sobre torneos recónditos? Pues, a no ser que supiera de la existencia de esta competición, se equivocaba. La liga de las Islas Sorlingas es una llamativa competición entre los dos únicos equipos de este archipiélago británico, el Woolpack Wanderers y el Garrison Gunners.
Estos dos conjuntos juegan una liga de veinte jornadas el uno contra el otro. A pesar de ello, el torneo suele ser competitivo: en los últimos años, el título se decidió en la última jornada. ¿Se imagina tener un Barcelona-Real Madrid cada semana, y que en primavera se decida la liga en un ‘Clásico’?
Además, las Islas Sorlingas, cuya capital es Saint Mary (2000 habitantes), se permiten el lujo de acoger más partidos fuera de la liga. El ‘Boxing Day’, Woolpack y Garrison se enfrentan a los veteranos, y en otoño se miden a un equipo formado por observadores de aves. Además del torneo del KO: la Lyonesse Cup, que consta de un único partido.
El ganador de la Lyonesse Cup se llevará un particular trofeo (visible en el museo de la FIFA), de sólo seis centímetros y diseñado y construido por el carpintero Christian Guerrini, jugador del Dynamo Clough. Este equipo, de la ciudad de Penzance, se enfrenta ocasionalmente a un grupo de jugadores del Woolpack y del Garrison, pero no participa en la liga.
La liga fue fundada alrededor de 1930, con cuatro equipos: dos de St. Mary, uno de Tresco y otro de St. Martin, pero el continuo descenso de la población provocó la desaparición de los dos últimos en los años 50, y dejó únicamente a los ‘Rangers’ y a los ‘Rovers’, los nombres de los equipos actuales, que fueron cambiados en los 80.
Ahora que conocemos cómo funciona la competición, pasemos a la introspección. Los partidos siempre tienen lugar en el Garrison Football Field, el campo de fútbol de la isla. Un terreno de juego en medio de la flora sorlinga, rodeado de una considerable arboleda y encima de un descampado de hierba.
Siempre el mismo estadio, los mismos equipos, los mismos futbolistas, los mismos vestuarios, y un común incentivo: la resaca. Muchos jugadores disputan el partido semanal, que tiene lugar cada domingo por la mañana, después de trasnochar la noche anterior. Esto, sin embargo, no es tomado con ningún tipo de controversia, como en los clubes profesionales.
Los jugadores desempeñan diversos oficios durante la semana, como cocineros, guías turísticos, marineros u otras profesiones relacionadas con el turismo. Esto no es tan extraño, habiendo jugado la previa de la Champions equipos formados por trabajadores fuera del balompié.
En su mayoría, los futbolistas son mayores de treinta años. Esto ocurre por el apretado mundo laboral de los pueblos pequeños. Los jóvenes salen fuera de las Islas Sorlingas en búsqueda de oportunidades laborales, y los que permanecen en el archipiélago son los trabajadores locales.
Antes de cada partido, los jugadores tienen que adecuar el terreno de juego. Cada semana pintan las líneas del campo, así como trasladar las porterías al campo. Es lo que tiene jugar en un campo de fútbol en medio de la naturaleza de una pequeña isla.
Otra de las curiosidades de la liga sorlinga es la de los fichajes. Cada verano, los capitanes de Woolpack Wanderers y Garrison Gunners se reúnen en una taberna para elegir los jugadores de cada equipo para la siguiente temporada con un método cual pachanga entre amigos: tirar una moneda e ir eligiendo a un jugador por turnos.
Las plantillas son sorteadas cada año para impedir que baje el interés por la competición, y con el principio de evitar que haya diferencias de calidad entre Wanderers y Gunners. Todos los jugadores son vecinos de la localidad de Hugh Town, y se conocen entre ellos.
Un tradicional evento cada domingo por la mañana que se celebra a modo de pasatiempo, sin la seriedad de equipos de mayor talante, y por encima de lo que rijan las condiciones meteorológicas. Llueva, nieve, granice o haya tormenta, el Woolpack Wanderers y el Garrison Gunners estarán disputando el ‘Derbi de las Islas Sorlingas’ en una competición reconocida por la federación inglesa.