En el Vicente Calderón se vivieron muchas noches de magia. Con la mudanza al Metropolitano, la hinchada tenía que transportar toda esa magia a varios kilómetros de allí, al Metropolitano. Y vaya si lo hizo... ante la Juve se respiró un ambiente que bien podría haberse vivido a orillas del Manzanares.
No era un día más. Era una cita importante para el Atlético de Madrid. Los de Simeone se jugaban mucho.
La afición lo sabía y, desde antes del partido, calentaron el ambiente. Con el lema 'quien no crea que no venga', las masas pedían dejarse la garganta en el Metropolitano para asustar a la Juve.
Y cada alma creyente que fue al partido cumplió con lo prometido. La afición se dejó no solo la garganta, también el alma. Su equipo lo merecía.
Cambiar el Calderón por el Metropolitano no fue fácil. Demasiados recuerdos, demasiada historia, demasiadas noches de gloria y sufrimiento en la ribera del Manzanares.
Como dijo Torres, leyenda del Atlético, en su día, tocaba trasladar toda esa magia al Metropolitano y comenzar a escribir allí una nueva historia.
Y esa historia bien pudo empezar a escribirse el pasado miércoles ante la Juventus de Turín. La hinchada estuvo de 10.
Saltaron los jugadores al césped y los recibió la afición con su himno 'a capella', emoción en estado puro. No dejaron de gritar durante los 90 minutos que duró el partido.
Creyeron más fuerte, soñaron más fuerte, cerraron los ojos... y se trasladaron al Calderón. Porque el viejo hogar del Atlético poseyó al Metropolitano.
El partido terminó con un 2-0 que hace soñar al Atlético. El resultado es lo de menos. Lo importante fue lo que se sintió. "Nunca se va a igualar lo que es el Calderón, pero poco a poco estamos creando una nueva esencia. Ojalá haya muchas noches como esta", decía Koke al final del partido. "Hemos vivido muchos días así en el Calderón, poco a poco las vivimos aquí también", le dio la razón Juanfran. Afición y plantilla coinciden: fue una noche para no olvidar.