El Nápoles logró rascar un punto ante el Liverpool en Anfield, en la penúltima jornada de la fase de grupos de la Champions League. Mertens adelantó a los italianos, pero Lovren puso la igualada para un equipo 'red' que no supo qué hacer con tanto dominio.
No siempre es lo más importante el resultado. A veces, incluso ni en el fútbol. La vida trae otros aspectos que cuentan con una relevancia mayor que un número. Que un punto. Incluso que unos octavos de final de Champions.
Es lo que demostró el Nápoles en Anfield. Lo meramente deportivo lo comentaremos más abajo, pero lo 'otro' merece alguna que otra reflexión y mención especial.
Todos resaltaban el mal momento en el que llegaban los napolitanos a una casa como la 'red'. La tensión interna por las multas impuestas por Aurelio Di Laurentiis, presidente del club italiano, complicaban el normal desarrollo de la actividad futbolística para los de San Paolo. La plantilla se negó a acudir a una concentración ideada por el mandamás. Y esa negativa les ha costado entre el 25 y el 50 por ciento de sus sueldos mensuales.
Por eso, lo que se jugaban los jugadores del Nápoles no solo eran posiciones en el grupo. También había dignidad en el botín que guardaba Anfield. Y con rebeldía, lograron llevarse el tesoro al completo. Y el deportivo, a la mitad.
Ahora sí, nos centramos en la pelota. El Liverpool lleva tiempo avisando, aunque sin gritar, que no tiene la frescura de otras épocas. En la Premier sigue sin perder, pero sus triunfos no han sido tan laureados como pueda parecer por la clasificación.
Sin miedo y esquivando el cartel de no favorito. Así salió el equipo de Carlo Ancelotti en el templo 'red'. Y pronto encontró premio a su descaro inicial.
En el 21', Mertens definió a la perfección un balón al espacio de Di Lorenzo que silenció a los aficionados locales. El derechazo impecable del belga será más comentado por una posible falta que recordó a la de Gueye sobre Marcelo en el Madrid-PSG que por ser el 0-1 de este Liverpool-Nápoles.
Desde ese momento, los italianos dieron un paso atrás. A los locales le costó asumir el mando, pero acabaron el primer tiempo volcados sobre un Meret que, sin embargo, no tuvo demasiado trabajo. Mané y Salah, gris en esta ocasión, tuvieron alguna ocasión de peligro, pero el dominio inglés fue más por inercia y cantidad que por calidad de las ocasiones.
La segunda parte confirmó la sensación dictatorial de los 'reds'. Los de Carletto se dedicaron a defender. Solo a defender. Pero es que lo hicieron muy bien, oiga. La muralla celeste no tuvo grietas, más la que provocó Meret y que estuvo a punto de tirar el muro antes del 1-1.
Al portero se le escapó el balón en una mala salida y Koulibaly tuvo que sacar la bola debajo de los palos. Fue el aperitivo del tanto de Lovren. El croata remató un saque de esquina para poner las tablas en el marcador en el 65'.
Todos podían imaginar lo que esperaba en Anfield. Y así pasó. El bombardeo de los de Klopp fue tan evidente como estéril. Las prisas y la ansiedad acabaron por dejar mil y un centros sin sentido sobre el área napolitana. Tan poco efectivo fue que apenas tuvo que sudar demasiado Meret. Wijnaldum, que mandó fuera un buen disparo desde la frontal, y Salah, que volvió a demostrar que se levantó con el pie izquierdo, pusieron nombre a los pocos 'uy' de la grada.
Al final, el empate deja a los 'reds' líderes con diez puntos, pero sin el billete sellado. El Nápoles, con nueve, también tendrá que ganarse el pase a octavos en la última jornada. Los ingleses viajarán a Austria, donde una derrota ante el Salzburg significaría, golaveraje mediante, el desastre del vigente campeón. Por su parte, los de San Paolo reciben a un Genk desahuciado.