La reina mata a otro príncipe

Miguel Moreno hace 5 años 8k
La Juventus sigue sin rival en Italia. AFP

La Juventus de Turín se corona campeona de la Coppa Italia frente al Milan (4-0) gracias a una segunda parte magnífica marcada por dos errores de un Donnarumma que, hasta entonces, había cuajado un enorme partido. Benatia, por partida doble, Douglas Costa y Kalinic, en propia puerta, pusieron sus nombres en el marcador.

No queda otra que aceptarlo. Hay resignación en cualquier rincón de Italia excepto en Turín. La península apenina se ha convertido en una extensión de tierra siempre a la sombra de una gigante. La hegemonía de una 'Vecchia Signora' a la que no le falta de nada es insultante. Tiene estrellas, banquillo, suerte y ese toque, ese 'porque sí' que define a los campeones.

Si el fútbol se jugara en un tablero de ajedrez, la Juventus sería la reina. Y si fuera una monarquía, también. La reina de un territorio que lloraría bajo el autoritarismo de quien no concede nada a ni a plebe ni a burguesía. La Coppa, esa corona por la que la sangre renovada del Milan de Gattuso se ganó el derecho de luchar, ha acabado en la testa de la de siempre, porque esa corona está hecha a medida.

Como príncipe, al Milan no le queda otra que intentar empujar a la abdicación 'bianconera'. La de este miércoles fue una oportunidad regicida malgastada de la misma manera que su hermano napolitano desaprovechó esa oportunidad para rotar en el trono con el 'Scudetto'. Hubo batalla en Roma, hubo ganas, pero no llegó la sucesión de poderes.

Inicio borroso

A Italia se le escapó la sonrisa antes de que se desatara el vendaval. La 'Ciudad Eterna' era un buen lugar para que ese príncipe vestido con plumaje de ave fénix vuelva a ser lo que fue. De la mano de Gattuso, Bonucci, el hombre que cedió sus privilegios para avivar la chispa de la revolución, ejercía como líder sobre el campo. Enfrente, las caras bonitas, protagonistas de todos los bailes de salón.

Pese a lo abultado del marcador, no hubo inicio cómodo para la Juventus. Se encontró con un espejo que reflejaba su propia solidez. El príncipe salió a esperar, no quiso proponer y le valió durante la primera parte. Casi jugaron más los porteros que algunos jugadores en los primeros compases.

Donnarumma alentaba a la afición 'rossonera' con cada parada y Buffon, un poco menos exigido, llamaba a la calma de la monarca. El paso de los minutos fue desequilibrando la balanza, porque el hambre de Dybala pesaba mucho. Al igual que la insistencia de Douglas Costa y el trabajo de Mandzukic. En la sala de máquinas, Matuidi contenía y Pjanic y Khedira daban alas. Cada nuevo minuto, el Milan daba un paso atrás.

El toque de suerte y no suerte

Fue una primera parte vibrante y una segunda mitad loca. La falta de cordura empezó a presentarse con cada subida suicida 'rossonera' apoyada por un Gattuso para el que los asientos del banquillo quedaron de adorno. El protagonismo del Milan comenzó a tornarse en paradas meritosas de Donnarumma, pero hasta la gran promesa del fútbol italiano dijo basta ante el acoso al que estuvo sometido.

Benatia perforó sus redes en el 55' con un genial cabezazo y a partir de ahí desapareció el Milan. En los siguientes diez minutos, 'Gigio' volvió a recoger dos veces el balón de su meta y en ambas ocasiones tuvo la gran parte de culpa, primero no despejando un disparo medianamente fácil de Douglas Costa que acabó dentro y después no acertando a blocar un balón que acabó en bandeja de plata para que Benatia hiciera su doblete.

Hubo tiempo para más y el Milan selló su sentencia él sólo con un autogol de Kalinic que cerró el marcador y convirtió en mero trámite el último cuarto de hora de la final. Pudo la reina descansar mientras la corona se le posaba sin ayuda de nadie en la cabeza. Merecida victoria. Los príncipes tendrán que seguir esperando.

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