El caso de Davide Astori, capitán de la Fiorentina, es el último caso de futbolistas que fallecieron por muerte súbita que tiene que digerir el mundo del fútbol. La lista de muertes en el fútbol en los últimos años es, tristemente, demasiado larga.
Hace unos ocho meses, el mundo del fútbol estaba de luto por el marfileño Cheik Tioté, quien perdió la vida mientras se entrenanba con su equipo, el Beijing Entreprises.
En los últimos 15 años se han ido sucediendo pérdidas irreparables. Como la de Marc Vivien Foé en 2003, una de las más impactantes porque ocurrió mientras disputaba las semifinales de la Copa Confederaciones ante Colombia. Sufrió un paro cardíaco en el minuto 72 y ya no se levantó. Las imágenes fueron impactantes.
Unos meses después, la tragedia se instaló en Portugal. El húngaro Miklos Feher se desplomó sobre el terreno de juego, aunque la muerte le sobrevino ya en el hospital de Guimaraes al que fue trasladado. El Benfica quedó muy tocado tras ello.
Las escenas de dolor llegaron a a España en agosto de 2007. Antonio Puerta, tras sufrir varias paradas cardiorrespiratorias, la primera de ellas en el terreno de juego, perdió la vida. Estuvo varios días ingresado, aunque finalmente el sevillista no pudo salir adelante.
Fue la primera de dos muertes trágicas en nuestro fútbol. Dani Jarque, joven capitan del Espanyol, se encontraba de pretemporada en Italia. Mientras hablaba con su novia por teléfono en la habitación del hotel de concentración sufrió el triste fallecimiento.
Tras esas tragedias en España, Morosini, jugador del Livorno, perdió la vida a sus 25 años de edad. No fue posible reanimarle en el hospital tras caer fulminantemente al suelo en pleno partido ante el Pescara.
Ya en 2013, el ecuatoriano Christian 'Chocho' Benitez murió incapaz de superar un problema en la arteria coronaria.
Tres años más tarde, Patrick Ekeng se unió a la lista de víctimas mientras disputaba un partido en Rumanía con el Dinamo de Bucarest ante el Vitorul Constantil. A sus 26 años, se desplomó sobre el terreno de juego.