Magia en la churrería

José Luis Malo hace 1 año 221
La honestidad del nuevo proyecto del Málaga. Marilú Báez

Tras las bocanadas de alivio con la salvación, llega esa cuestión que tanto vacío genera: ¿y ahora qué? Y es una pregunta que se formula desde el corazón y no tiene respuesta en lo económico. La honestidad es el único camino por delante este verano.

El Málaga llegó a la orilla con los cocodrilos a unos centímetros de sus pies. La afición, el proyecto, la ciudad y también todos aquellos que han desarrollado simpatía por los colores blanco y azul respiraron echando el aliento a la arena, disfrutando del pequeño gran milagro de la supervivencia. Cuando todo ello acaba, una sensación que no dura mucho, toca ponerse de pie y afrontar esa sensación de vacío, el "¿y ahora qué?". Y cuando vienes exhausto, de haber estado tan cerca de sucumbir al precipicio, no es que sobren las fuerzas, precisamente.  

Y ahora qué, yo también me lo pregunto. No hay un euro, ya lo sabemos. Y no sé si toca volver a tirar de genio, de ingenio o de los nombres primigenios de Manolo Gaspar y Pablo Guede, que al menos están enganchados a las raíces del club y al peso del escudo. Es más fácil tirar de sentimentalismo en categorías donde los trabajadores no son millonarios, pero mal vamos si creemos que siempre se puede hacer magia en la churrería, que los despachos de la dirección deportiva de La Rosaleda son Eurodisney o trabaja allí El Mago Pop. Tras rozar el ascenso a la primera, el equipo suma tres años seguidos coqueteando con el descenso (mejor decir descenso y no desaparición, que le entran escalofríos al estadio con esa palabra), confirmado como un funambulista que aprueba a última hora. Y da pena pensar que aspirar a ser uno más entre la multitud invisible es actualmente lo más sensato que se puede exigir. 

Voy por el tercer párrafo y sigo sin encontrar ese interruptor, ese motor de cambio para que la gente se vuelva a ilusionar en la ciudad. Pero ni se puede prometer nada en el fútbol ni se le pueden pedir milagros a las arcas de la entidad. ¿Qué hacer entonces para no vegetar por la competición hasta que un año salga cruz y el equipo acabe entre los cuatro últimos? Honestidad. Nada de ruedas de prensa fariseas. Nada de vender humo (acaso algún jugador, y bien vendido). Nada que no sea un discurso nacido del corazón y el sentido común. Hay que aprovechar la honorabilidad de Manolo y Guede como banderas de este proyecto sin bandera. 

A veces tienes que quedarse sin nada para poder verlo todo. Lo que no conduce a ningún camino es pretender ser lo que no puedes. Jugar al FIFA en la vida real. Y nada de ínfulas en los despachos. Las pocas personas de mando que hay son personas poco acostumbradas a mandar. Que a nadie se le suba el cargo a la cabeza. Que haya más currantes que jefes. Que oigamos más palabras en el campo que en los micrófonos. Que no haya miedo si toca apostar por la cantera como único recurso. Que el administrador judicial tenga el voto cuando haya que echar cuentas, pero que la voz sea de los que saben de fútbol. Y que el aficionado que quiera abonarse o venir a un partido venga consciente de lo que hay, dispuesto a amar sin exigencias, que así es como funciona el amor de verdad. Y que nadie confunda ilusión con ilusionismo. Porque en La Rosaleda hace tiempo que se acabaron las existencias de magia; toca hacer churros en la churrería. Pero que sean los mejores churros posibles dentro de los pocos ingredientes que haya, y que no nos los vendan como otra cosa. 

Mencionados en la noticia

Segunda División