"Mis goles no fueron para Videla, nunca jugamos para los militares"

BeSoccer hace 6 años 1.3k
Kempes fue el máximo goleador del polémico Mundial de Argentina 1978.

Mario Kempes, leyenda del fútbol argentino, concedió una entrevista al diario 'Página/12' en la que repasó todo lo que envolvió a la 'Albiceleste' en aquel turbulento Mundial de Argentina 1978.

"Yo dije que mis goles no eran para Videla, sino para la Selección. Nunca jugamos para los militares en el poder", explicó Kempes a la citada publicación.

Insistió en que el fútbol no se usó para tapar la dura realidad que se vivía día tras día en Argentina, sobre todo por aquellos simplemente sospechosos de disidentir con la Junta Militar.

"No teníamos ni idea de la gravedad de lo que estaba pasando", se excusó Kempes. Durante el Proceso de Reorganización Nacional, 30.000 personas desaparecieron en Argentina.

Kempes sabe que eso le acompañará el resto de su vida, pero al mismo tiempo pide una tregua. "Esto manchó nuestro buen hacer. Es una mochila que cargaremos toda la vida. Pero después de llevarla 40 años, creo que ya fue suficiente", reclamó el ex futbolista.

"Lo que hacíamos dentro de la cancha no era para que los militares sacaran pañuelitos y festejaran. Era para que Argentina consiguiera el título de campeón del mundo que nunca había logrado, a pesar de tener muy buenas selecciones y los mejores jugadores", añadió.

Se dijo que Argentina llegó a la final de aquel Mundial por la presión de los militares a Perú, a la que aplastaron en semifinales. "Se dijo que los militares apretaron a los jugadores peruanos en el vestuario en el entretiempo, que se retribuyó el favor de Perú mandándoles barcos con trigo y maíz, pero nunca saltó una prueba, una foto, un testimonio que lo confirmara. Eso es raro", dijo.

Argentina terminaría ganando aquel Mundial al vencer a Holanda en la final celebrada en El Monumental, con dos goles de Kempes. Los aficionados argentinos se echaron a las calles de Buenos Aires a celebrarlo.

Mientras tanto, a apenas un kilómetro y medio, en la ESMA (la Escuela de Mecánica de la Armada, uno de los infames centros clandestinos de detención y tortura de la Junta Militar), un ciudadano anónimo sufría inenarrables horrores sólo por pensar diferente.

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