Ni público ni goles en el Gran Canaria

El regreso del fútbol en Las Palmas estuvo rodeado de un tema por encima del resto. La posible asistencia de público en Gran Canaria, una zona menos castigada que el resto de España por el COVID-19, levantó una gran polémica. Pero, al final, el estadio amarillo se quedó sin gente... ni goles.

Pocos argumentos se vieron sobre el césped en los más de 90 minutos que duró el choque. Eso sí, los primeros minutos parecían indicar lo contrario, ya que se vio más ritmo que el que reinó conforme avanzó el duelo.

Anduvo ligeramente mejor el Girona a base de posesión y toque en los primeros compases, aunque ambos equipos fueron bajando las marchas hasta firmar un duelo sin llegadas, predecible y con pocas opciones de que el marcador se moviera.

Las Palmas, por su parte, atacaba con lo que tenía. Centros al área y fútbol directo, en contra del estilo propuesto por su rival, no le fueron suficientes. E incluso el cuadro visitante mandó tras la pausa de hidratación sin poder mover el 0-0 en el primer tiempo.

Si el ritmo y la electricidad no pasaron a la historia en el primer acto, menos lo harían tras la reanudación. Y es que, a expensas de un tiro de espuela de Juanpe para el Girona, no se vio una ocasión que obligara a los aficionados, desde casa, a lamentarse, inquietarse o acelerarse.

La ocasión referida de Juanpe llegó pasada la hora de juego. El zaguero se quedó tan solo en un saque de esquina que ni él se esperó el esférico. Pudo reaccionar a tiempo, chutar de forma poco ortodoxa y pasar a ser el protagonista de lo más destacado del partido.

Hasta el final, el cuadro gerundés se acercó algo más a las inmediaciones de Josep. El meta tampoco pasó grandes apuros, aunque un error de cálculo en un balón aéreo pudo costarle un disgusto que quedó en susto.

El término del choque llegó con dos ataques por la izquierda de Las Palmas que no pudieron maquillar un partido típico de las primeras jornadas, falto de ritmo y gris a rasgos generales.