La vida de Sandro Ramírez ha dado muchas y diferentes vueltas en apenas una temporada y media. En verano de 2016, el punta decidió dar el siempre difícil paso de dejar un gran club y comenzó a escribir su historia.
Resultó ser todo un acierto su decisión. Pasó de jugar 20 partidos oficiales, con tan sólo nueve titularidades y un buen puñado de 'minutos de la basura', a comandar un proyecto joven e ilusionante en Málaga.
La Rosaleda pronto se ilusionó con el canario que, pese a su currículum y condiciones, le costó arrancar como blanquiazul. Sin embargo, solo las lesiones pudieron frenarle una vez que le tomó el pulso a su nuevo equipo.
Logró 14 goles en 30 partidos de Liga (28 como titular), alguno de ellos salvadores, y terminó el año gustándose, disfrutando y haciendo disfrutar y atrayendo las miradas de toda Europa. Finalmente, eligiría el ambicioso proyecto del Everton.
Pero las cosas en Goodison Park no están yendo como muchos pensaban. Aunque el club ha hecho un esfuerzo más que notable (firmó a Rooney, Pickford o Klaasen, entre otros) llegando a invertir más de 150 millones de euros en refuerzos.
Sin embargo, la mala racha del equipo ha ido de la mano con la desaparición de Sandro. Koeman fue cesado y llegó Unsworth, aunque este movimiento no ha mejorado ni al equipo, apeado de la Europa League con una actuación nefasta, ni para el canario, que continúa en el ostracismo.
El ex del Barça no ha jugado ni un sólo minuto en los últimos cinco partidos de la Premier, quedándose incluso fuera de la convocatoria. En Europa sí parecía un habitual, pero ante el Olympique de Lyon también se tuvo que conformar con la grada.
La vida le hizo pasar de un extremo (en mayo no contaba para su equipo) a otro (en Málaga fue la bandera del proyecto) en apenas meses y, ahora, vuelve a cambiarle de escenario, esta vez a peor. Y todo esto en apenas un año y medio. El fútbol y sus caprichos...