Olaza amarga las ilusiones de un Elche desolado

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Olaza amarga las ilusiones de un Elche desolado. EFE/Manuel Lorenzo

Un gol de Olaza en el minuto 86 permitió al Valladolid sacar un punto de su visita al Martínez Valero y, de paso, amarga a un Elche que se veía fuera del descenso con el gol de Fidel.

El Valladolid puede dar gracias a Lucas Olaza. Lejos de su área de influencia, el lateral marcó de cabeza en el tramo final para salvar a Sergio y al Pucela ante un Elche que lloró al final del partido.

Cada partido se convierte en un ejercicio de supervivencia en Primera División. Ahogan las pocas jornadas que quedan para el final y cada punto, perdido o ganado, es oro para los equipos de abajo.

Llora el Elche después de verse por delante y fuera del descenso durante más de una hora de partido. Y es que los ilicitanos creyeron en una salvación que no llega.

Amenazó el Valladolid con asaltar el Martínez Valero, pero únicamente le duró el efecto cinco minutos a los de Sergio. Efecto burbujeante que quedó en nada con el paso de los minutos.

Y es que los nervios afloraron a un conjunto famélico, al que le cuesta generar y que fía todo su argumento a la defensa. Pero falló el cuadro blanquivioleta en la primera mitad.

Pere Milla puso el periscopio en una jugada con la defensa pucelana descompensada hacia su izquierda. Apareció por la otra banda Fidel para batir a Masip y hacer soñar a toda Elche.

El paso de los minutos, especialmente en la segunda mitad, echó al Elche hacia atrás, pero ello no significó el asedio de un Valladolid que introdujo tres cambios de golpe.

Solo en el tramo final se volcó el campo hacia la portería de Gazzanigga. Ahí fue donde el Valladolid encontró su pellizco de suerte. Después de que Rigoni desaprovechase un mano a mano con Masip, Olaza apareció en el área contraria, en un córner, para llevar al Valladolid fuera de los puestos de descenso.

La zona caliente sigue al rojo vivo con el tanto de Olaza. La salvación está en un puño y, pese a que el punto puede no servir a ninguno, fue Sergio el que se marchó más feliz del Martínez Valero.

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