Tras los dos últimos Mundiales, Florentino Pérez fichó a dos de los jugadores que más destacaron en ambos torneos: Özil y James. En Rusia, el eternamente pretendido Hazard está rindiendo a un excelente nivel, lo que podría abrirle de par en par las puertas del Bernabéu.
Cada cuatro años, una luz brilla más que el resto en el Mundial. Suele suceder que los mayores protagonistas no son los que se esperaban. Se vivió con Özil en Sudáfrica, también con James en Brasil. En Rusia, en una Copa del Mundo plagada de sorpresas, Hazard sobresale en una Bélgica que ya está en semifinales.
Este viernes, el futbolista del Chelsea se montó a todo un país en la chepa cuando más apretaba Brasil. Roberto Martínez, el hombre que ha puesto en el camino del triunfo a una gran generación, sorprendió retirando a Lukaku. Ni el propio delantero lo entendió, aunque 'Bob' tenía un plan.
Ese era, ni más ni menos, que Hazard acaparara todo el fútbol ofensivo. Y así lo hizo, volviendo loca a la zaga brasileña. Regateó, amagó, asistió, corrió más que nadie. Se desfondó. Por el camino cayeron varias faltas que permitieron a Bélgica respirar mientras el paso de los minutos obligó a Brasil a clavar la rodilla.
El capitán belga completó un partido sensacional, como su Mundial. No sólo es un futbolista diferencial, también es un líder. Un jugador, por cierto, que todos los veranos suena para el Madrid. Este no iba a ser menos, tomando incluso más fuerza la posibilidad de su desembarco en el Bernabéu.
El Chelsea no jugará Champions el próximo curso, lo que alimenta la hipótesis para Hazard, que no quiso renovar con la escuadra 'blue'. De salir Cristiano finalmente, el Madrid deberá buscar uno sino dos 'cracks' con los que paliar la marcha del portugués. Neymar, de momento, continúa siendo el número uno en la lista.
Hazard, sin ser un objetivo barato, sí sería más asequible que el brasileño. El belga se ha revalorizado, no cabe duda, pero su traspaso no alcanzaría jamás las cotas del de 'Ney'. Florentino no le pierde ojo, al igual que hiciera con James y Özil. Cada cuatro años, el Mundial viste a un jugón de blanco.