Que alguien salve al fútbol

Antonio M. García hace 6 años 10.6k
La violencia, muy presente en el fútbol. BeSoccer

Una enfermedad. Un virus. Una lacra que el fútbol no consigue erradicar. Cuando parecía que la violencia había desaparecido con la implementación de nuevos sistemas de seguridad, ésta regresa con más fuerza para hacer notar su presencia no sólo en campeonatos menores sino en las grandes ligas de Europa.

En 1912 fue suspendido un partido entre el Liverpool y el Manchester United por los que hoy día están considerados como los primeros actos hooligans de la historia. Allí comenzó un fenómeno que se masificó en la década de los 60' y que azotó Inglaterra durante muchísimos años.

Un mal contra el que el fútbol inglés ha luchado durante décadas y que había conseguido erradicar en los estadios. Hasta este fin de semana, en el que radicales del West Ham saltaron al terreno de juego para increpar a sus propios jugadores. Unas imágenes que han vuelto a encender todas las alarmas en la Premier.

Aunque en tierras británicas son sabedores de que este mal está lejos de extinguirse. Los hooligans campan a sus anchas cada vez que juega Inglaterra. Extraño es el partido en el que no se hacen de notar fuera de sus fronteras, como ya demostraron en la pasada Eurocopa de Francia, en el que encontraron 'amigos' en ultras de otras selecciones.

Pero la epidemia se expandió hace tiempo. Hace mucho de hecho. Y su presencia se hace de notar cada vez que tiene ocasión. Como en Lille, donde sus ultras invadieron el campo después del partido para recriminarle a los futbolistas el empate cosechado ante el Montpellier.

O en Bilbao, donde un Ertzaina murió durante unos enfrentamientos con ultras del Spartak de Moscú en los aldeños de San Mamés. Imágenes que dieron la vuelta al mundo y que demostraron, por desgracia, que el fútbol está infectado por una lacra que no sufren otros deportes.

Tampoco tenemos que echar mucho la vista atrás para ver que también da la nota en grandes partidos. En el PSG-Real Madrid los ultras parisinos pararon el encuentro hasta en dos ocasiones tras encender un incontable número de bengalas. Además de acosar a la plantilla blanca mientras descansaba en su hotel en la capital francesa.

Ejemplos que podemos encontrar también en otro fútbol como el sudamericano. No ocupó grandes portadas, pero en Brasil se rozó la tragedia tan sólo hace unos días en el clásico pernambucano entre Sport Recife y Santa Cruz: 60 heridos tras un enfrentamiento entre la hinchada local y la Policía que acabó avalancha. Todo por un láser.

Y el último episodio es posiblemente el más surrealista. El de un presidente que bajó al terreno de juego con una pistola para amenazar al árbitro tras anular un gol de su equipo. En Grecia, una liga en la que es raro el estadio en el que no se enciende una bengala. En plena Europa. En pleno Siglo XXI.

En menos de 100 días tendrá lugar una Copa del Mundo en el que se pueden citar un enorme número de energúmenos. Algunos incluso, los de Rusia y Argentina, ya han hecho piña para provocar el caos juntos. Que alguien salve al fútbol.

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