La derrota del Milan en el campo de la Fiorentina ha levantado ampollas a cuenta de un polémico episodio. Las jerarquías sobre el lanzamiento de penaltis han creado una grieta en el vestuario milanista.
El Milan reúne a su alrededor pocas certezas y mucha oscuridad. Ni siquiera las palabras del siempre elocuente Zlatan Ibrahimovic el 17 de septiembre han arrojado luz sobre el estado interno del equipo. “Mi rol es sencillo: yo mando, soy el ‘boss’ y todos trabajan para mí. Cuando el león se aleja, los gatos se acercan. Cuando el león regresa los gatos desaparecen”, manifestó ante los medios.
Ibrahimovic, sin embargo, juega ahora en otra dimensión. Y hay lugares a los que su influencia como directipvo no alcanza. Todo lo que ocurre del campo hacia dentro compete a Paulo Fonseca, el entrenador nombrado por el propio Ibrahimovic. No obstante, la conexión del portugués con el vestuario dista, por ahora, de ser idílica.
Fonseca recogía este verano un testigo pesado. Tomaba el puesto de Stefano Pioli, elegido técnico del Milan tal día como hoy hace cinco años. A pesar de un perenne estado de duda de puertas hacia fuera, Pioli siempre contó con el apoyo del vestuario. Y, cinco años después, cualquier cambio en el banquillo significaría al menos una fisura.
El caché de Pioli en el Milan nunca se ha comparado al de Fonseca. Ibrahimovic ya desautorizó a su actual técnico ante los medios sobre el mercado de fichajes. “Nuestro mercado terminará cuando yo lo diga”, afirmó Ibra al día siguiente de que Fonseca hablase de mercado cerrado. Y, de forma natural, las dudas en la cúpula trascienden al vestuario.
El primer fuego se inició en Parma. En una tarde negra, en la que el Milan perdió en su visita a un recién ascendido, Theo Hernández y Rafael Leao se convirtieron en los protagonistas negativos. Ni el francés ni el portugués acudieron a la pausa de hidratación con el resto del equipo, quedándose al margen. La polémica había comenzado un rato antes, pues Fonseca había excluido a Theo y Leao de la alineación inicial.
El Milan optó entonces por no abrir un ‘caso Theao’, nombre con el que se conoce a la dupla de la banda izquierda ‘rossonera’. El club decidió no sancionar a los futbolistas y archivar la causa. Una decisión que parecía acertada a mediados de septiembre, cuando el Milan se llevó el ‘derby della Madonnina’ contra todo pronóstico.
Las tres victorias consecutivas en liga levantaron la moral en Milanello. Pero el cuarto partido ha devuelto al club a un estado de alarma. El 2-1 en el campo de la Fiorentina no solo ha ratificado el peor inicio de temporada del Milan desde 2019. El partido ha dejado, además, un episodio que ha dado lugar a un incendio mayor.
El Milan erró dos penaltis en Florencia. Theo Hernández asumió la responsabilidad del primer tiro en el 45’, encontrándose con la mano de De Gea. Tammy Abraham tomó la alternativa en el 56’, con idéntico resultado. Ambos se encontraron al término del partido con la furia de un Fonseca que habló en plata ante los medios. “Estoy enfadado. El lanzador es Pulisic. No puede volver a suceder”.
Las imágenes han revelado, además, cómo se hizo Abraham con la responsabilidad de lanzar el penalti. El delantero contó con la complicidad de Fikayo Tomori, su amigo y compañero desde su época en el Chelsea. Tomori, una vez señalada la pena máxima, agarró el balón para asegurarse de que Abraham tirase desde los once metros, como han revelado los vídeos del partido.
Esta vez el Milan se ha puesto de parte de Fonseca. ‘La Gazzetta dello Sport’ ha revelado que el entrenador recordó en el descanso que el lanzador era Pulisic. Por ello, el club está molesto no solo con Abraham y Tomori, sino también con Theo. El francés ejercía de capitán en el momento de los hechos, y no hizo nada al respecto. Por ello, y por su expulsión por protestas cuando el árbitro ya había pitado el final, el Milan ha decidido multar a Theo.
El club adopta una línea dura en un momento en el que la indisciplina ha tomado el vestuario. El Milan ya acumula demasiados frentes abiertos, sumando siete puntos menos que la pasada temporada a estas alturas. Los ‘rossoneri’ se adentran en el parón de selecciones con un polvorín en el vestuario. El Milan tiene dos semanas para reconducir un rumbo cada vez más incierto.