Las Palmas y Rayo Vallecano empataron (1-1) en un encuentro marcado por el general dominio de los madrileños y cómo se dejaron llevar al cuerpo a cuerpo en el tramo final para acabar teniendo que ceder un punto. Con Jesé como titular, la Unión Deportiva pasó de la desesperación a recoger un merecido premio.
Ninguna ventaja es definitiva en Segunda División. Y menos una mínima. El Rayo Vallecano aprendió la lección o, al menos, la vivió, en su empate ante Las Palmas. Los madrileños pasaron de saberse superiores a conceder varias ocasiones que, aunque las aprovechó al borde del final la Unión Deportiva, las aprovechó.
En su primera clara, Maikel Mesa formuló sin quererlo -se quedó solo ante una portería vacía y falló- una metáfora de la actuación de los suyos hasta ese momento. Nunca terminaban de acertar. Con Jesé como titular, tan insistente como de costumbre y aún sin saborear el gol, el conjunto no lograba plantarse asiduamente con peligro ante Dimitrievski en un principio y, cuando más lo lograba, al final del choque, el cancerbero estaba soberbio, como en una primera mano que tempranamente le sacó al '9' local.
En la otra punta del campo, Álex Domínguez tenía bastante más trabajo o, al menos, le venía de forma más continuada. Un balón colgado, un disparo tras un rechace, un zapatazo desde la frontal, algún testarazo... sin excesivo brillo de Bebé o Guerrero, los de Iraola se las apañaban para mantener la presión en el área amarilla.
Valió esta, con bastante protagonismo de Álvaro García por banda izquierda, por el primer gol del encuentro poco antes del descanso. Ale Díez llegó tarde a una entrada a Andrés, a este se le escapó un pase raso en el área y el defensa se lo llevó por delante. Trejo, golpeo seco y preciso pegado al palo, hizo el 0-1.
Pero la propuesta ofensiva fue haciéndose predecible y, cuando Antoñín e Isi, que entraron desde el banquillo, la refrescaron, ya era tarde y Las Palmas había empatado. El tanto canario respondió al cuerpo a cuerpo en el que se metió el Rayo en el tramo final de la cita. Con una ventaja mínima, permitió que Dimitrievski fuera ganando más y más protagonismo con sus paradas hasta que no pudo hacer nada ante un zapatazo preciso de Sergio Ruiz desde la frontal.
Es curioso que esta tesitura podría haberse resuelto de forma muy distinta, pues los de Iraola no dejaron de intentar llegar mientras se defendían o se resentían de los golpes de la Unión Deportiva. Pudo haber goles en las dos porterías y, al final, el luminoso marcó uno en cada una. Toca firmar la paz.