A las puertas de una nueva Semana Santa, el Viernes de Dolores dejó poco fútbol en Son Moix. Pero para verdadero dolor, el de cabeza de los aficionados que se congregaron en el estadio para ver el regreso del fútbol en Primera División.
Mallorca y Osasuna se midieron en un encuentro bronco, que no dio ni un ápice de esperanza de mejora, al menos, futbolísticamente hablando. El ritmo del juego fue lento, las ocasiones nulas y las imprecisiones abundantes. Y es que, en un encuentro donde apenas hubo disparos a puerta, poco se puede hablar de fútbol.
Muriqi y Budimir, ambos delanteros en uno y otro lado, estuvieron cautivos en las áreas. Solos y sin ayudas, trataron de hacer la guerra por su cuenta, algo que para nada salió bien.
Lo que sí hubo fueron amonestaciones. El juego comenzó a ser detenido continuamente por las faltas y la grada aportó su granito de arena para que el ambiente de Son Moix estuviese muy caldeado.
Quizás Osasuna tuvo la mente en el trascendental choque de Copa del Rey del próximo martes. Aunque la realidad fue que solo Kang-In Lee puso algo de luz entre tanta penumbra.
La segunda mitad comenzó con algo más de frescura y dinamismo. Dos ocasiones prácticamente seguidas para el Mallorca, una en las botas de Muriqi, que tapó a la perfección Torró, y otra de Dani Rodríguez, que tampoco fue entra los tres palos.
El partido comenzó a entrar en una espiral de faltas y acciones fuera de lugar. Las amonestaciones se sucedieron una tras otra y, en el minuto 69, Copete vio la roja directa por una falta. El defensor agarró a Rubén García cuando este ya le había ganado la posición. Protestó mucho el '6', ya que consideró que no fue una ocasión manifiesta de gol. No obstante, sí que fue evitable, eso sí.
El encuentro sufrió un auténtico descendimiento a los infiernos de Son Moix. La grada apretó y caldeó un ambiente que fue apocalíptico. Díaz de Mera puso paz a costa de tarjetas y el choque entró en su recta final.
Fue ahí cuando Osasuna aprovechó su superioridad numérica y acosó la portería defendida por Rajkovic, que acabó salvando a su equipo en dos ocasiones. Abde, que revolucionó a los rojillos con su entrada, cazó una volea en el borde del área y a punto estuvo de conseguir el primero. Poco después, Moncayolaprobó fortuna, pero el serbio se estiró a la perfección para desviar la pelota.
No hubo tiempo para más y el empate a cero brilló en el marcador. Un punto para cada equipo que los coloca en mitad de la tabla, en la llamada zona segura, pero que deja más de una frustración tras los 90 minutos.