Saltó la primera gran sorpresa en Rusia, aunque Argentina apenas hizo méritos para más que el empate ante una Islandia muy sobria y que tuvo en su portero Halldórsson al gran héroe: detuvo un penalti a Messi y abortó las mejores opciones 'albicelestes'.
Hannes Halldórsson tiene por segundo nombre Thor. Lo lleva en el legado ancestral y en su documento de identificación. Su martillo, eso sí, son unos guantes. Y las cámaras son las que realmente le hacen llegar a fin de mes. Una de las películas de su vida la tuvo enfrente de Messi. Y acabó con final feliz, aunque no ganara el héroe de siempre. Redujo a Messi a la mortalidad cuando el Olimpo abría sus puertas para el argentino.
El tiempo se detuvo a los 64 minutos. Messi miró a la derecha y golpeó a su izquierda. Hacia allá voló el meta islandés. Para hacer una intervención de cine, una de tantas en la tarde del esperado debut. Y recordó que la historia ahora mismo es papel mojado en Rusia: Argentina es mortal y Messi extraterreste. Pero Halldórsson, la deidad de su país, es divino.
Paró todo lo que pudo parar más allá de un obús de Agüero que compuso una visión equívoca de lo que iba a ser el partido. La 'Albiceleste' solo marchó por encima en el marcador durante cuatro minutos. Islandia, sangre de dioses, fútbol desperezado, nunca fue peor en toda la tarde. Es una flor que se ha abierto al mundo del fútbol. Quien la ningunee será castigado por su ánimo vikingo. Tiene pinta de generación para competir durante unos años.
Dirección insulsa
Sampaoli, un tipo que está sentenciado antes de empezar, no sabe qué es una batuta. Su orquesta desafina, le faltan violinistas, todo se mueve a golpe de tantán. Argentina, una vez más, resulta una reunión de buenos jugadores (que no muy buenos, salvo excepciones) que improvisa en cada partido pensando que su escudo pesa más que su carencia de argumentos y recursos tácticos.
La subcampeona del mundo, ahora un vago recuerdo de eso, fue una terca caravana que se atascaba una y otra vez en la sólida defensa nórdica. Islandia se define como una selección básica pero con catálogo, sabe adaptarse a las situaciones y, en base a ello, reacciona. En Argentina el plan A solo es darle el balón a Messi.
Argentina dio pena. Por los nombres de su alineación y por su impotencia. Argentina es solo el rezo a Messi, que no tiene milagros para los 365 días, como quedó claro ante Islandia. Es el desgarro esporádico de un jugador, acaso visto en el ramalazo del 'Kun' para el 1-0. Argentina ya no es lo que nos gustaba que sea. El problema es que allí no parecen haberse dado cuenta. Y así les va.
Estreno feliz
La selección de Heimir Hallgrímsson disfrutó en sus primeros minutos mundialistas. Es joven y novata, pero tiene poso y un camino detrás bien surcado. Una Federación coherente, un fútbol trabajado desde abajo. Y una historia vacía por escribir. Su técnico es dentista; su portero, director de cine. Hay jugadores de balonmano reconvertidos a futbolistas, tipos que trabajaban en la empresa familiar. Sobra hambre de gloria.
La falsa sensación de dominio de los argentinos compuso una escena mentirosa. Cietamente, las seis paradas de Halladórson pesaron más que la única de Caballero, muy flojo por cierto en la acción del empate. La absorción de la posesión por los de Sampaoli solo hizo que navegaran en su impotencia. Las pocas veces que tuvo la bola, Islandia lo trató con criterio y verticalidad. Demostrando ser una selección moderna y dinámica.
Messi no fallará todos los días. Pero hacen falta más Pavones y Dybalas que la broma de los Meza o Mascherano, por más que algunos quieran seguir viéndolo como esa viga que no se puede tocar en el edificio.
A Islandia no hay que pedirle más que acudan al resto de partidos con esa sonrisa y ganas de disfrutar del fútbol. Da igual el nombre del que juegue, todos podría apellidarse 'Quécurrantesson'. Argentina fue la que acabó fría. De Islandia sí que se puede decir aquello de "qué bueno que viniste".